Editorial

Ausencia presidencial

El presidente de Melilla, Eduardo de Castro, faltó ayer al acto celebrado en la plaza de España para conmemorar los 43 años de la Constitución, una ausencia cuya explicación ha sido despachada con un simple “por motivos personales” desde el Gabinete de Comunicación de la Ciudad Autónoma. Se echaron de menos a otros cargos, pero ninguno con el peso político y representativo que tiene la Presidencia de la Ciudad.

El acto celebrado este lunes, un homenaje a nuestra Carta Magna, no debe ser ignorado con ligereza. Nos encontramos en un momento histórico en el que el texto constitucional se encuentra más discutido que nunca, convertido en la diana de los ataques de nacionalistas y separatistas, que lo consideran uno de los principales elementos que atenazan sus aspiraciones por el efecto aglutinador que tiene sobre el conjunto de la sociedad española. Por tanto, no es baladí ausentarse cuando se homenajea este texto y se ponen en valor sus virtudes.

Para los representantes de los ciudadanos hay días marcados en rojo en el calendario, y este es uno de ellos.

Una vez que se asume el privilegio de ser presidente de todos los melillenses hay que ser consciente y asumir que ya no se es un ciudadano más. Quien es investido con este cargo se convierte en el representante de la ciudad y de sus ciudadanos, su presencia es la presencia de Melilla.

Ser presidente de Melilla exige un compromiso a tiempo completo, 24 horas al días 365 días al año. Es una tarea ardua, nadie lo pone en duda, y seguramente llena de sinsabores, pero también se trata de un privilegio y el sacrificio que supone debe ser aceptado con orgullo.

Los gestos son importantes, y más en política

La ausencia o presencia en determinados acontecimientos son mensajes que se mandan los ciudadanos y el que se envió ayer desde la Presidencia de la Ciudad es que nuestra Constitución no es importante.

Eduardo de Castro debería haber estado presente este lunes en la plaza de España, mostrando, como máxima autoridad de la Ciudad Autónoma, el compromiso del conjunto de los melillenses con la Carta Magna, pero esa imagen no se dio. Un hecho inaudito que tiene mala explicación.

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