El secretario general de Juventudes Socialistas, Sergio Martínez, acompañado de otros miembros de esa organización política, decidió presentarse ayer en la Escuela de Arte Miguel Marmolejo. Llegó, vio y habló. Dijo que el centro es un ejemplo de la “falta de calidad de la educación pública” y calificó algunas de sus aulas como “tercermundistas”. Ésa es su opinión, la de sus adláteres y, probablemente, la de cualquier ciudadano que visite esas instalaciones.
A continuación, criticó al actual director provincial de Educación por decir que no se van a construir nuevos centros y se quedó tan ancho. A Sergio Martínez le trae sin cuidado qué ha venido pasando en esta ciudad en los últimos ocho años. No sabe que desde marzo de 2004 y hasta el pasado 20 de noviembre al frente de la Dirección Provincial de Educación estuvo alguien designado por el partido al que él representa. Probablemente desconozca que un tal José Luis Estrada era el máximo responsable del estado de los centros de enseñanza en la ciudad hasta hace sólo cinco meses. Tal vez no entienda que es el PSOE el que debe dar explicaciones de la situación que padecen los alumnos de la Escuela de Arte Miguel Marmolejo y del IES Virgen de la Victoria. Acaso no sepa que inmediatamente antes de la crisis que soporta hoy España, hubo una época de bonanza económica que heredó el PSOE y que permitía realizar las inversiones que ahora él reclama. Puede que no entienda la gravedad de la situación en la que se encuentran las arcas públicas. Posiblemente no sea consciente de que cuando ayer señalaba con el dedo al PP, en realidad estaba acusando al PSOE. Quizás no entienda que antes de pedir respuestas por la situación que padecen esos alumnos primero debería haberlas exigido en la sede de su partido.
Para bien o para mal, el secretario general de Juventudes Socialistas no puede renegar de la herencia política que le han dejado sus mayores, aunque se trate de un centro de enseñanza con alumnos dando clase en antiguos vestuarios, el gimnasio o incluso en los pasillos.