Tayeb Berkhache, el argelino que trato de suicidarse arrojándose desde un árbol de la Plaza de España el pasado sábado, cuenta su historia y la de su famlia en El Faro.
El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad tenía ayer acogidas a más de 880 personas, casi el doble de su capacidad real (480). Más allá de los números, entre los módulos de estas instalaciones, que para todos los que están dentro son una parada antes de continuar su viaje hacia un mundo que ellos creen mejor, hay muchas historias. La de Tayeb Berkhache es sólo una de ellas.
Este argelino de 38 años sorprendía el sábado a media ciudad al subirse a un árbol en la Plaza de España con la intención de suicidarse arrojándose al vacio. El hombre lleva nueve meses en Melilla junto a su esposa y sus cinco hijos y todos viven el CETI. El pasado fin de semana la desesperación, según contó el mismo ayer en este periódico, le llevó a tratar de buscar una solución. Ahora, aseguró ayer Tayeb, puede que su salida a la península esté más cerca. El inmigrante señaló que le han prometido que en diez días se producirá el traslado. Sin embargo, no confía en ello plenamente, porque, según él, es la segunda vez en estos nueve meses que le hacen esta promesa. Y es que hace unos meses ya estuvo en huelga de hambre durante más de una semana en la Plaza de España, pidiendo también su salida y la de su familia.
Tayeb partió de Argelia hace alrededor de cinco años, según explica chapurreado algo de español que mezcla con palabras en francés. Sin embargo en aquel momento dejó a su mujer y a sus hijos en su país natal. La decisión de irse no fue fácil, indicó el argelino. Sin embargo, en su ciudad había perdido su vivienda y tenía que buscar una solución. Europa le pareció la opción perfecta. Fuera de su casa, lejos de su esposa y de sus entonces tres hijos, vivió en Suiza y Bélgica, antes de llegar a Barcelona. El trabajo no le faltaba, explicó el hombre, pero era muy difícil estar tan lejos de su familia. Ante esta situación, Tayeb decidió volver a Argelia. “El 7 de octubre de 2011 volví a mi país y me reencontré con mi esposa y el resto de mi familia. Allí estuvimos cinco meses, pero yo quería algo mejor para mis hijos”, indicó el hombre.
Tayeb había visto ya cómo era la vida fuera de las fronteras de su país y quería que sus hijos tuvieran las oportunidades a las que él no había podido acceder. “Me dijeron que la forma más fácil de llegar de nuevo a Europa era pasando de Marruecos a Melilla. Sabía que entraría en el CETI, pero confiaba en que al ser una familia, no tardarían mucho en enviarnos a la península”, aseguró.
Así, aproximadamente en abril de este año este argelino emprendió el viaje junto a su mujer, en aquel momento embarazada de varios meses y sus hijos. Una vez que llegan a Melilla, explicó Tayeb, entran en el CETI y ahí, señaló el hombre, comienzan las dificultades. “Aquí no es fácil vivir. Mis hijos casi no comen, las duchas están a doscientos metros y hace frío. Además la gente entra y sale. Cuando ya has conseguido tener una buena relación con alguien se va”. Pero es que junto a estas complicaciones, Tayeb aseguró, mostrando varios atestados de la Guardia Civil, que tanto él como su mujer han recibido amenazas y malos tratos por parte de otros internos del centro.
Según los atestados, uno de los compañeros de habitación del argelino le pegó tras una discusión. Además, otra argelina y varios hombres, todos residentes en el centro, amenazaron a su mujer embarazada y le agredieron. La mujer perdió el niño días más tarde y Tayeb asegura que fue a consecuencia de los golpes. Ésta fue la gota que colmó el vaso.
“Los mediadores me dicen que esté tranquilo. ¿Pero estarían ellos tranquilos en mi situación? Nosotros no robamos, ni queremos peleas. Pero sufro cuando veo que mi mujer y mis hijos lo están pasando mal. Esto es como un vaso en el que poco a poco va cayendo agua, hasta que se derrama toda”, explicó con desesperación y tristeza el hombre, mientras mostraba las fotos de sus hijos y la de su boda. “Es realmente mi familia y no entiendo cuál es la razón de que otros sean trasladados y nosotros sigamos aquí”.
Tayeb aseguró que en los meses que lleva en el CETI ,nunca han ocasionado problemas, ni él ni sus hijos y que lo único que quieren es vivir tranquilos. “Yo ya he vivido en Europa antes, aquí la gente dialoga, soluciona las cosas de forma tranquila. Eso es lo que quiero, no quiero que mis hijos vivan y crezcan en Argelia. Quiero que tengan oportunidades”.
Tayeb mira hacía el futuro con esperanza, quiere dejar atrás las tensiones que, según su relato, ha vivido en estos meses en el CETI. El argelino, que era fontanero en su país, aseguró que lo único que desea es trabajar. “Me imagino trabajando en Bélgica. Allí mi esposa podría ser peluquera, que es su profesión. Mi hijo mayor jugar al fútbol, al pequeño le gusta el kárate y mis niñas... no sé, lo que ellos quieran, pero tener una vida tranquila”.
En un momento en el que parece que los problemas acechan en todos los rincones de eso que llamamos el primer mundo, todavía hay muchas personas para las que su sueño sigue siendo tener aquello que para muchos no es casi nada.
Tras contar su historia a El Faro, Tayeb se marchó camino del hospital, donde su mujer está con una de sus hijas que lleva varios días sin parar de toser. Parece un hombre tranquilo, pero desesperado por una situación que no avanza ni hacia delante ni hacia atrás.
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