EL enfrentamiento verbal que mantienen en los últimos días responsables del Ejecutivo local y de la Delegación del Gobierno con el líder de los socialistas melillenses evidencia que en la escena política local no existe un concepto similar al conocido como ‘asuntos de Estado’ utilizado en el ámbito nacional. Hay temas, especialmente los referidos a la política internacional y a los relacionados con Defensa, sobre los que PP y PSOE no discuten en el espacio público nacional. Estas cuestiones las abordan en reuniones o a través de comunicaciones discretas, exponen sus planteamientos y consensuan una posición común. Entienden tanto populares como socialistas que hay asuntos que están por encima de los intereses partidistas, especialmente si afectan a la imagen exterior de España o si son determinantes para su seguridad.
Ese consenso y altura de miras se echa en falta en Melilla entre PP y PSOE, los dos únicos partidos locales con posibilidades reales de que sus máximos representantes nacionales asuman la dirección del país. Temas como los vinculados a las relaciones con nuestro país vecino deberían ser abordados de manera conjunta por populares y socialistas haciendo un esfuerzo para dejar los reproches y los golpes de efecto políticos para una mejor ocasión. La postura sólida de Melilla ante Marruecos y la defensa de los intereses de nuestra ciudad no puede ser sólo mérito del partido que en cada ocasión esté al frente del Ejecutivo local u ocupe el edificio de la Delegación del Gobierno. El éxito de Melilla en estos ‘asuntos de Estado’ debe ser entendido como un triunfo tanto de quien en ese momento esté al frente de la Ciudad como de quien tarde o temprano acabe por sustituirlo.
No hay nada más importante en Melilla que los intereses comunes de los melillenses. En eso al menos deberían de estar de acuerdo populares y socialistas.