Asociaciones de autismo denuncian la falta de especialistas en los colegios

Exigen más profesionales para atender de forma individual a estos alumnos  l Aseguran que las clases no se adaptan a los estudiantes con autismo ni hay medios para comunicarse de forma adecuada con ellos

Las asociaciones de personas con autismo de Melilla aseguran que no hay suficientes profesionales para atender a los alumnos con este trastorno y que no siempre se adaptan las clases a las necesidades de estos estudiantes. Los orientadores, los maestros de audición y lenguaje y los de pedagogía terapéutica no  ofrecen sesiones individualizadas con estos alumnos porque tienen una gran demanda y por lo tanto, los escolares no reciben los apoyos necesarios para avanzar en su formación, denuncian Autismo Melilla y TEAMA, las dos entidades que representan a este colectivo. Señalan que aún “quedan muchas cosas por hacer” en temas educativos para garantizar una formación adecuada de los niños y adolescentes con espectro autista de la ciudad.
La falta de profesionales en las aulas que adapten las clases a los escolares con necesidades especiales es una denuncia que realizó el pasado miércoles Aspanies, que además, reclamaba más formación para los profesores que atienden a los alumnos con discapacidad intelectual. A estas exigencias se suman estas dos asociaciones.

Pocas clases de refuerzo
Autismo Melilla afirma que rara vez los profesores utilizan formas adaptadas de comunicarse con los alumnos autistas, como el uso de las agendas visuales. “Esto se deja para las clases que los estudiantes tienen con los especialistas de audición y lenguaje y de pedagogía terapéutica”, añade.
Pero esta asociación resalta que las horas que tiene cada estudiante con estos profesionales “son muy pocas”. En la actualidad, las sesiones con los especialistas son en grupos reducidos, pero lo ideal sería que los niños tuvieran una atención individualizada y más horas a lo largo de la semana con estos maestros con el objetivo de que los alumnos no olviden lo aprendido. “Estas clases ocupan una fracción muy pequeña de la jornada escolar”, apunta.
¿Faltan recursos materiales y personales? “Sin duda”, responde Autismo Melilla. Con más profesionales de audición y lenguaje y de pedagogía terapéutica “los niños tocarían a más clases de apoyo”. También ayudaría bastante a mejorar la situación actual de los alumnos con autismo la reducción del número de estudiantes por aula. “Los niños con autismo padecen la desestructuración y el desorden inherente en una clase con muchos alumnos y a un patio lleno de estudiantes”,  indica.
Esta asociación también afirma que “no es habitual” que los profesores adapten los contenidos de sus clases a los estudiantes con autismo. “Son excepciones”, asevera. “La creencia de que todos los niños deben aprender lo mismo y del mismo modo está implantada en los centros y el sistema es poco flexible con la características que precisan los autistas en su entorno”, resalta.
Esta entidad reconoce que la elevada ratio es un factor que perjudica a todos los alumnos de una clase y por lo tanto también complica la labor de atención que precisa un niño con autismo. Sin embargo, insiste en que en algunas ocasiones los maestros “están acomodados o tienen miedo al esfuerzo extra que implica trabajar con alguien que es diferente”.
También se queja Autismo Melilla de que no se hacen todos los esfuerzos para que estos alumnos estén el mayor tiempo posible en las clases ordinarias en lugar de matricularles al colegio de Educación Especial Reina Sofía.

“Hacen lo que pueden”
Por su parte, la Asociación TEAMA asegura que muchos profesores “hacen lo que pueden” y que en la mayoría de los casos, son los orientadores, los maestros de audición y lenguaje y los de pedagogía terapéutica los que adaptan las clases a los alumnos con autismo. También señala que la elevada ratio de las aulas de la ciudad es un factor que determina la atención especializada que pueden recibir estos estudiantes. Sin embargo, resalta que los más afectados por esta situación son los niño con necesidades especiales. Más profesionales en los colegios y en los institutos apoyando a estos alumnos ayudaría a que avanzaran en sus conocimientos, añade.
Por último, esta entidad explica  que aumentar la opciones de escolarización de estos alumnos sería una ventaja para las familias. Hay estudiantes con autismo que podrían estar en una clase con otros chicos sin necesidades especiales y luego recibir apoyos educativos extras. Otros en cambio, precisarían de un aula específica, pero podrían compartir espacios, como el recreo, en  un centro ‘normal’.

En cuanto a los alumnos con discapacidad visual o ciegos, la formación que reciben gracias al acuerdo entre la ONCE y el Ministerio es mucho mejor que la que tienen otros colectivos con necesidades especiales. No obstante, la ONCE afirma que es necesario mejorar la adaptación de las herramientas informáticas a los alumnos ciegos. No siempre son accesibles para los estudiantes con estas características.  Por otro lado, resalta la colaboración que hay entre los profesionales de la ONCE que dan apoyo a los alumnos y los tutores.

La Asociación de Sordos de Melilla (Asome) asegura a El Faro que los alumnos con discapacidad auditiva sólo cuentan con intérpretes de lengua de signos en Secundaria. Durante los años de Infantil y Primaria no tienen a nadie en el centro que interprete su lengua de signos. Sólo cuentan con los profesores de audición y lenguaje y de pedagogía terapéutica para recibir apoyo escolar. Asome afirma que los maestros de Primaria e Infantil “se buscan la vida” para poder adaptar sus clases a los niños con discapacidad auditiva. En Secundaria cuentan con los intérpretes de signos que cada dos años se presentan a una prueba para entrar en una bolsa de trabajo que convoca el Ministerio de Educación. Así, es la Administración las que les contrata. Pero no hay un intérprete para cada estudiante, sino que un mismo profesional está para atender a los dos o más jóvenes sordos que hay en una clase. Por ello, denuncia que faltan recursos personales para atender de forma individualizada a estos niños y jóvenes con el objetivo de que puedan aprender, superar las asignaturas y formarse como el resto de estudiantes. Asome explica que hay diferentes niveles de conocimiento entre alumnos de una misma clase y lo mismo ocurre con la lengua de signos. No todos los chicos se manejan igual con este idioma y por ello, el intérprete no sólo debe adaptar lo que dice el profesor sino que tiene en cuenta el conocimiento de lengua de signos que tiene cada estudiante sordo. En cuanto a la implicación del profesorado, Asome afirma que suelen colaborar con los intérpretes, que conocen desde el principio de curso las materias y los temas que se van a dar y que deben interpretar en lengua de signos. También están presentes en los exámenes.

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