El caudal del río de Oro de Melilla está desembocando en la playa de San Lorenzo con una virulencia notoria arrastrando todo tipo de desechos a la costa. Este martes la ciudad se encuentra en alerta amarilla por lluvias y desde SEO Birdlife, Francisco Pérez, señala que hay una gran diferencia en la velocidad del agua del cauce según pase por una zona de tierra o asfaltada.
En la zona de tierra, explica Pérez, las plantas que hay absorben y ralentizan gran parte del agua que cae, al igual que el suelo por su porosidad. Además, este, al ser irregular, también ayuda a frenar la velocidad del caudal.
A ello hay que añadir que el agua que cae sobre la tierra sirve para llenar los acuíferos de la ciudad.
Sin embargo, la lluvia que llega a la zona asfaltada, "no sirve a los melillenses", dice Pérez. Al ser un suelo hermético, no colabora en rellenar los acuíferos y al no haber plantas, no hay nada que ralentice el caudal
Así pues, el suelo asfaltado "es una pista de despegue, un tobogán que hace que el agua coja velocidad".
Esto hace que la fuerza que lleva el río arranque una parte importante de las escasas plantas que hay en el cauce y la basura, creando tapones.
Este incremento de la velocidad también puede provocar daños estructurales en los puentes por los que pasa el agua. "Es física elemental, no hay absolutamente ningún beneficio en tener el río asfaltado y en días como hoy pueden ser una auténtica trampa".
Pérez señala que solo hay que acercarse a la desembocadura del río para darse cuenta de que es un lugar "vivo" y que la naturaleza "siempre reclama lo que es suyo".
Por ello cree que Melilla debe dejar de luchar contra la naturaleza "porque no vamos a ganar".
Así pues, apunta a que, teniendo en cuenta de que el agua tiene que desembocar en el mar, las acciones que se han llevado a cabo en el lugar lo que han hecho es "poner un tapón muy pequeño en una fuga de agua muy grande y eso al final termina mal".
Piensa que hay que hacer "una reconciliación con el río", dado que ha quedado evidenciado que las obras para hacer artificial el río, algo que ha derivado en "insalubridad", solo por ganarle metros a la playa, "son en vano".
Insiste en la importancia de comprender que el de Melilla se trata de un río "angulero" que necesita salida al mar.
"Cuando comprendamos y convivamos con eso y adecentemos la desembocadura con algo bonito como una plataforma de madera, sacaremos más jugo y disfrutaremos más de nuestro río que, días como hoy, demuestra que está muy vivo por mucho que lo quieran dar por muerto".
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