“¡Cabrones, detenedme, que en prisión me voy a hacer yihadista!”. Estas palabras constan en el escrito de acusación de un juicio celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla. El joven que supuestamente las pronunció, de iniciales N. C., estaba atrincherado en una azotea de Monte María Cristina y arrojaba ladrillos y otros objetos a los policía que iban a detenerlo. El individuo, supuestamente, había robado un coche y, tras ser denunciado, se había encaramado al tejado al ver llegar a los agentes.
Los hechos ocurrieron el 23 de mayo del año pasado. El inculpado se encontraba en Tiro Nacional y allí, se montó en el vehículo de otro hombre. El Ministerio Fiscal le preguntó si amenazó “con un palo” al conductor para que lo llevara al Monte, algo que él negó.
“Estaba fuera de mí”
La acusación pública quiso saber si, una vez en la azotea de su casa, en el último barrio aludido, le dijo a los agentes que iban a detenerlo lo de hacerse “yihadista” y si los insultó. “Estaba fuera de mí”, respondió el joven.
El abogado defensor le preguntó si había tomado alguna sustancia estupefaciente: “Trankimazín y coca”, replicó su cliente. El letrado le consultó a continuación si se había peleado con su hermano. “Sí, subí (a la azotea), intentaba suicidarme, no sabía lo que hacía”, contestó.
La magistrada titular del Penal 2 llamó a continuación a declarar al dueño del coche en el que el acusado se trasladó al Monte, pero no compareció. No obstante, el juicio siguió adelante con el testimonio de los agentes de la Policía Nacional que detuvieron al acusado.
Llamada al 091
El primer efectivo policial en declarar recordó que se recibió una llamada en el 091 comunicando el robo de un vehículo. Este agente indicó que él y otros funcionarios acudieron al Monte y se entrevistaron con el denunciante, quien les indicó la casa donde se encontraba el individuo que supuestamente lo obligó a llevarlo en coche hasta ese barrio.
“Desde la ventana nos gritó que no nos acercáramos. Luego subió a la azotea”, señaló el agente. El mismo testigo declaró que el inculpado les dijo: “Como entréis, me mato. Si os acercáis, os voy a matar”. Entonces, empezó a arrojarles objetos: “Una barra de hierro, ladrillos... de todo”.
De esta forma, los agentes tuvieron que usar cascos y escudos antidisturbios. “Su familia nos facilitó la entrada en la casa”, dijo.
El policía afirmó que el acusado estaba “muy agresivo”, pero “no había perdido la razón”.
Herido con un destornillador
Otro efectivo policial declaró que sufrió una pequeña herida en la rodilla al recibir el impacto de un destornillador arrojado por N. C. Y un tercer agente añadió que su escudo de protección recibió el impacto de un ladrillo.
Una vez llegaron los policías a la azotea, el acusado saltó a la colindante, pero fue detenido allí, oponiendo resistencia.
La fiscal solicitó a la magistrada que le imponga a N. C. una pena de tres años y seis meses de prisión por el robo con violencia del coche y otros dos años por atentar contra los policías. Asimismo, reclamó una multa de 360 euros por las lesiones causadas a un agente al arrojarle el destornillador.
La defensa, en cambio, pidió la absolución, al no ver acreditado que robara el coche ni que utilizara contra los agentes los objetos contundentes descritos.
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