Ciertamente, la persona musulmana puede vivir en cualquier parte del mundo, con cualquier pueblo, y en el marco de cualquier forma de gobierno, siempre y cuando se le garantice la libertad de culto y la práctica de sus rituales religiosos, y siempre que se le garanticen sus derechos como persona y ciudadano (derechos civiles). Prueba de ellos es lo que vamos a decir a continuación:
Dependencia del deber de llamar al Islam de la convivencia
Dios se dirige al ser humano (al insan) en más de setenta versículos del Corán, y a la “gente” (an-nas) en más de doscientos versículos, insiste en que Muhammad es el Mensajero de Dios para toda la humanidad y que el Islam es la religión que ha hecho lícita para toda la humanidad; todo ello requiere que el Islam llegue a todas las personas, lo cual puede realizarse de manera satisfactoria únicamente mediante la convivencia entre musulmanes y no musulmanes, en la que los primeros llevan a cabo su misión de dar a conocer el Islam (tablig) con la lengua y según las características de los pueblos en cuestión.
Coexistencia de los Compañeros del Profeta con sus pueblos incrédulos
Los libros de la ‘Biografía Profética’ (‘Al-sira al-Nabawiyya’) reconocen como legitima la convivencia del musulmán con no musulmanes. A modo de ejemplo, Dimam Al-Azdi vino a la Meca y fue cautivado por lo que decía el Profeta abrazando inmediatamente el Islam. Entonces regresó a su pueblo y permaneció allí hasta que el Profeta emigró a Medina. Un día, una de las expediciones enviadas por el Profeta a Medina pasó por el pueblo de Dimad; entonces, el jefe de la expedición dijo a sus compañeros: ¿Alguno de vosotros ha insultado a alguien de este pueblo? Dijo un hombre: Sí. Entonces, el jefe le ordenó: pídeles perdón y trátales con amabilidad, pues son el pueblo de Dimad.
Otro ejemplo es el de Amr Ibn Absa Al-Sulmi que cuando abrazó el Islam en la Meca le dijo al Profeta: “Quiero quedarme contigo”. Entonces el Profeta le respondió: eso es imposible en estos momentos, no ves la situación en la que estamos, regresa a los tuyos, y cuando te percates de mi llegada, ven a verme.
Otro caso es el de At-Tufail Ibn Amr Al-Dausi, quien abrazó el Islam en la Meca, y volvió a su pueblo y empezó a llamarlo al Islam, pero muy pocos respondieron a su llamamiento. At Tufail informo de este hecho al Profeta, pidiéndole que invocara a Dios contra su pueblo; entonces el Profeta dijo: ¡Oh Dios guía a la tribu de Daus y haz que vengan al Islam”. At Tufail volvió a su pueblo llamándole al Islam de nuevo…
Otro ejemplo es el de Abu Dhar Al-Ghifari, quien abrazo el Islam en la Meca y le dijo el Profeta: “Regresa a tu pueblo, transmíteles lo que has aprendido y ten paciencia con ellos. …. Casos como los mencionados son innumerables y aparecen en todos los libros de Biografía Profética.
Permanencia de los Compañeros del Profeta que emigraron a Abisinia
Los Compañeros del Profeta que emigraron a Abisinia lo hicieron para huir de la opresión que sufrían en Meca (queremos dejar claro que Abisinia estaba gobernada por un rey cristiano y que los musulmanes buscaron refugio y protección en un país cristiano). Al fundarse la sociedad islámica en Medina, podía regresar a esa ciudad y vivir con sus hermanos musulmanes, pero prefirieron quedarse en Abisinia y vivir con sus habitantes no musulmanes, de hecho, permanecieron allí siete años, y no regresaron a Medina hasta el año séptimo después de la Hégira. Además en ningún libro de la Biografía Profética se constata que el Profeta los llamara para unirse a él en Medina, esgrimiendo razones como la prohibición de vivir con incrédulos o el refuerzo del número de musulmanes, en tal caso, les habría pedido que se unieran a él nada más llegar a Medina. Sin embargo el Profeta nunca lo hizo, esto pone de manifiesto la legitimidad de la convivencia de los musulmanes con los no musulmanes.
Es más, la convivencia del musulmán con los no musulmanes en una sociedad no islámica no le resta virtud respecto de la vida en una sociedad islámica. En este sentido, un día Umar Ibn al Jatab se fue a casa de su hija Hafsa, que era esposa del Profeta con la que estaba Asma Bintu Umais, y le pregunto ¿Quién es esa mujer? Le respondió: Asma Bintu Umais. Entonces Umar volvió a preguntar ¿es la que emigro a Abisinia? ¿Es la marinera? Asma respondió: si, esa soy yo. Umar dijo: “Fuimos los primeros en Emigrar, así que tenemos más derecho al Mensajero de Dios que vosotros. Asma se enojó y dijo: ¡Te equivocas! ¡Por Dios! Vosotros estuvisteis con el Profeta quien alimentaba a vuestros hambrientos y educaba a vuestros ignorantes, mientras que nosotros estábamos en una tierra lejana, Abisinia, y todo ello por la causa de Dios y Su Profeta. ¡Por Dios! ¡No voy a comer ni a beber hasta que el Profeta tenga conocimiento de lo que has dicho, pues nosotros fuimos agredidos y atemorizados en nuestra tierra y por eso tuvimos que emigrar a Abisinia!. Cuando se lo comento al Profeta, le dijo: “Umar no tiene más derecho a mí que vosotros, por cuanto él y sus compañeros tienen la recompensa de una sola emigración, mientras que vosotros, la gente del barco, los que emigrasteis a Abisinia y luego a Medina, tenéis la recompensa de dos emigraciones.
Queremos concluir este articulo aclarando lo siguiente para que no quede la más mínima duda.
“Para el musulmán y la musulmana es una obligación de carácter religioso el ser leales al marco político, social y legal del país en el que viva. La lealtad a su fe y su conciencia impone una firme y honesta lealtad a su país”. En esto último están de acuerdo todos los eruditos del Islam y no hay discrepancias ya que esta norma esta extraída del Corán y de la Tradición Profética. Amar a tu país, ser leal y fiel con tu país forman parte de la fe del creyente. El Profeta dejó claro esto en su famoso dicho “amar a tu país forma parte de la fe”.
Ser fiel a tu país y a los principios legales y constitucionales que rigen las normas del país forman parte de la fe y lo contrario a esto no tiene absolutamente nada que ver con el Islam.
Desde la Comunidad Islámica Imam Malik queremos desear a todos nuestros vecinos un feliz día de la Constitución.
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