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Arde Melilla a ritmo caribeño

Y mira que hace frío para arder, ya se tiene que contar con mucha imaginación. Pero sí que arde porque hace dos decenas ardía la ciudad para conocer el noble arte del baile por sevillanas. Las academias vendían las clases para la sevillana, la rumba y los diferentes compases de los aires alegres del flamenco. Pero llegaron Celia Cruz y Elvis Crespo y hasta el Gran Combo y los tiempos cambiaron.
La salsa, el merengue y la bachata tienen una especie de encantamiento y calentura. El orden del son le dio un giro de 180 grados a la cuestión del bailoteo hasta el punto que emanaron paraninfos del ritmo caribeño.
Hay dos referencias para el aprendizaje de pataleo tropical. Están Juan Brescia y Dori y está el negro Jorge Luis. Con el cubano disfrutamos de una clase de ritmo coreografiado en la sede de ‘Los Cabales’. No tiene cansancio el habanero porque suda y suda hasta que el alumno/a sepa bailar a solas o en pareja o en grupo, que también se puede.
Quien fuera renombrado jugador del Melilla Voleibol, hijo de ilustre santera que asiste cerca del malecón habanero, Jorge, llego para un par de temporadas deportivas y aquí se quedó en diferentes menesteres, entre ellos la enseñanza de los mejores sones cubanos.
El ‘helmano’ Jorge enseña salsa, merengue y bachata en el Casino Militar y en ‘Los Cabales’. Bueno, y donde le llamen para explicar cuál es la magia del ‘uno, dos, tres y vuelta’. Querido: Eché de menos la versión de Celia de la maravilla del ‘Gigala’, o sea Lágrimas Negras. El tramo final no tiene desperdicio ni hay pies que lo bailen.
Varios centenares de melillenses se dejan llevar por la magia de Jorge, que comparte minutos con cada uno de sus alumnas y alumnos. Hay parejas estables, melillenses en singular que quieren destacar en los saraos porteños melillenses marcándose una salsa como Dios manda, ‘apretá y loca’ y hasta hay ‘singles’ que acaban en pareja estable gracias al olor caribeño. Pero ¿qué tendrá este son que llega hasta a enamorar?
Los establecimientos no pierden de vista la explosión salsera y, conforme llegan las fechas ‘calientes’, el pop y la sevillana ceden paso –rendidos– al ‘asúcar’ y al salitre de la ribera cubana. Curvas que se contonean con gracia y dinamismo, caballeros que componen la figura con elegancia y respeto a la pareja. Esta música y su correspondiente baile son veneno puro.

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