NUNCA un escaño tuvo un mayor resultado en política. El único escaño conseguido por Ciudadanos en la personas de Eduardo de Castro en las últimas elecciones autonómicas en Melilla tuvo un jugo más que deseado. Con la división en dos bloques de las restantes fuerzas políticas, era más verdad que un santo que el actual presidente tenía en sus manos la llave de la gobernabilidad. Y todos sabemos que jugó a la perfección sus cartas: fuera él quien se autopropusiera como presidente o que CpM o el PSOE le dijeran que le daban la Presidencia con tal de que no repitiera Juan José Imbroda.
Pero un hubo un día, allá por el mes de octubre o noviembre y no de manera directa, sino indirectamente por una sentencia del Tribunal Supremo para Ceuta en relación con determinados cargos que no eran diputados de la Asamblea que le cambiaron la vida.
Y es que en el diseño del Gobierno de Melilla, la verdad es que Eduardo de Castro tenía mucho más poder que el que le podía corresponder con un solo escaño. No solamente obtuvo la Presidencia, que ya de por sí es un caramelo muy interesante, sino que además logró quedarse con la Consejería de Presidencia y con la Consejería de Hacienda, junto con llevar directamente la responsabilidad en materia de Seguridad Ciudadana, cuya Consejería que existía hasta esos momentos desapareció del todo.
Ejerció el poder que le daba el contar con la llave de la gobernabilidad. Estuvo hablando con el Partido Popular hasta el último día y al final se decidió hacia donde pensaba que más le convenía.
Pero resulta que al final, lo que decía al comienzo de este artículo, la maldita sentencia del Tribunal Supremo relacionada con Ceuta le cambió la vida. El Gobierno entró en un período de reflexión que duró más tiempo del necesario, y el presidente se quedó completamente solo. Las dos Consejerías que controlaba, la de Hacienda y la de Presidencia se la repartieron tanto Coalición por Melilla como el PSOE, mientras que De Castro se quedó con su Presidencia pero absolutamente rodeado por las otras dos formaciones que le acompañan en el tripartito.
Y como las desgracias no vienen solas, su llave que abría la gobernabilidad de Melilla resulta que ahora la comparte en parte. La decisión de Jesús Delgado de abandonar Vox y quedar como diputado independiente, cuando aún no se ha cumplido el primer año de legislatura, hace que las cuentas salgan ahora de otra manera distinta.
Un asunto el de Jesús Delgado que ya lo abordaba, en su artículo del lunes Tania Costa, de manera certera, pero es la verdadera realidad, les guste a algunos o no les guste. Y todo ello con un Mustafa Aberchan que sin ser miembro del Gobierno, cada vez está dando más pasos con su peso en la sombra. Y dentro de esos pasos debemos situar la entrevista que hace unos días mantuvo con el comandante general de Melilla cuando hacía más de veinte años, desde que fue presidente, que no mantenía ningún encuentro con la máxima autoridad militar de la Ciudad Autónoma.
De Castro está en un momento en que no se puede fiar ni de su sombra. Su poder es la Presidencia, pero se ha quedado reducido a su despacho y a los contiguos donde se encuentran sus más cercanos colaboradores. Mientras tanto, la política de Melilla se hace en los despachos de los distintos consejeros, ya sean de uno o de otro partido, ya sean de Coalición por Melilla o del PSOE.
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