El Salón Dorado del Palacio de la Asamblea acogió ayer la presentación del cartel de la Semana Santa de Melilla en el que los nazarenos de la Cofradía de María Santísima del Rocío son los protagonistas. Esta imagen como la Semana Santa en sí misma debe inspirar a la comunidad católica de Melilla y mover sus conciencias para apoyar una tradición que se está perdiendo. Es cierto que las vacaciones de la Semana Santa son muy atractivas para salir de la ciudad y disfrutar de unos días de descanso, pero los melillenses deben ser conscientes de que un día, al volver a su ciudad, la Semana Grande cristiana habrá desaparecido. No es un cuento de Navidad online casino sino una realidad plausible. En algún momento ya no habrá gente que porte las imágenes sagradas y melillenses que acompañen a los pasos en su discurrir por las calles de la ciudad. El pasado domingo El Faro se hacía eco de la preocupación de las hermandades cofrades locales por la falta de portadores para sacar sus pasos a la calle. Es la misma cantinela de todos los años y cada Semana Santa, más mal que bien, las imágenes salen de sus templos a duras penas. Es una lástima que sea la propia comunidad cristiana de Melilla la que vaya dejando morir una tradición tan bella y que reúne en las calles de la ciudad a melillenses de todas las confesiones religiosas. Es de envidiar cómo hebreos, musulmanes e hindúes guardan y cumplen con sus tradiciones, poniendo en práctica y viviendo su fe. La envidia, recuerden, es un pecado capital, pero más pecado es dejar a su suerte la Semana Santa melillense.