–¿Por qué entró en la Facultad de Educación y optó por hacerse maestro?
–La profesión de maestros es vocacional, lo que pasa es que en aquella época yo entré a la Facultad de Educación, me parece, en el año 70. Fue de las primeras promociones. Y lo que había en Melilla en aquella época era estudiar Magisterio porque no había medios económicos para hacer una carrera fuera.
Pero, bueno, siempre tendré un agradecimiento hacia mis padres porque era difícil estudiar en aquella época. A lo largo de estos años, que son muchos ya y voy a hacer 45 años dedicado a la educación, hay que tener vocación para eso. A lo largo de mi etapa, tanto en política como consejero de Educación como en docencia siendo maestro, he visto de todo: he visto leyes nuevas, planes, etc.
–¿Cómo fue su paso por la facultad en relación con sus compañeros y sus profesores?
–En la facultad éramos un grupo de compañeros y compañeras de Magisterio. Creo que nuestra promoción comenzó en el curso 70-71. Eran tres cursos, el último era un año de prácticas completo en un colegio. Yo en concreto lo hice en el colegio Reyes Católicos.
Además, era una época en la que los maestros eran considerados de lo peor que había y me acuerdo que en las prácticas también se cobraba, o sea que había un incentivo económico que era importante.
Y estudiábamos en la Escuela Universitaria, lo que era la Escuela Normal. Empezábamos a las 8:30 y nos daban las 14:30 horas todos los días. Teníamos asignaturas teóricas y asignaturas prácticas. El primer y el segundo año eran de mucha teoría y el último era de un año entero en una colegio de prácticas. Apareció también la EGB (Educación General Básica) antigua que yo creo que fue un modelo muy bueno para la época.
Entonces no había los medios de comunicación que existían actualmente, era todo muy presencial. Éramos un grupo no muy numeroso de alumnos, éramos compañeros. Era una relación muy fluida y una enseñanza distinta a la actual, estábamos más en contacto con el profesorado y con las tutorías.
Recuerdo que la Escuela Universitaria en su época tenía hasta una piscina y allí hacíamos también prácticas los alumnos de magisterio. Con el tiempo eso se tapó y es lo que hay ahora mismo ahí, donde está la parte deportiva. Siempre he escuchado que con el tiempo eso iba a ser un campo de deporte, pero a la fecha que estamos todavía estamos así y han pasado años.
–¿Cómo recuerda esos años? ¿Se les exigía más conocimientos que ahora?
–En mi opinión, antes se estudiaba muchísimo más que ahora. Mucho contenido teórico y también parte práctica. Yo tuve el año pasado una alumna de prácticas de Magisterio, la práctica la empezó a partir de octubre e hizo tres meses, hasta diciembre. Antes eran cursos completos y estabas adscrito con un tutor con quien se pasaba el año entero, en la época de la EGB.
Entonces, yo creo que es necesario tener menos tiempo de teoría y recuperar más tiempo de práctica con los colegios, que es donde verdaderamente aprende uno.
–¿Qué le ha reportado estudiar en la facultad melillense?
–En aquella época Magisterio era una de las salidas, puedo decir que del profesorado siempre se guarda un muy buen recuerdo, y después de mi época de consejero de Educación, en numerosos actos que he participado allí en el Campus Universitario de la Facultad de Educación y Deportes. He asistido y hemos recordado tiempos de profesores, que aún están y me han dado clase a mí. o sea que siempre hemos tenido una relación muy estrecha en aquella época.
Una cosa muy importante que había también, lo que era la Escuela Normal, el colegio de Prácticas era allí mismo, que había una parte para niños y para niñas hasta 8º de EGB.
Allí teníamos un colegio donde se hacían las prácticas y eso era una cosa muy positiva y buena, que además tenían sus comedor escolar también.
–¿Qué lección siempre se puede aplicar aún con el paso de los años y la incorporación de las nuevas tecnologías a las aulas?
–En aquella época las tecnologías de ahora no existían. Comentaba el otro día con un compañero en el colegio, en Educación hay cosas que son básicas como la escritura, la lectura, el cálculo y la ortografía… Eso no se debe de perder nunca. La enseñanza memorística es fundamental pero hoy con los medios que tenemos se puede explicar con mejor calidad y mayor difusión. Pero es verdad que antes para estudiar Magisterio se echaban muchísimas horas y ahora se echan muchos menos, y se estaba más pendiente de las prácticas.
El año pasado tuve a una alumna de prácticas y fueron a verla a clase, entre otras cosas porque yo insistí, porque no entiendo cómo se le puede poner nota a un alumno sin verlo.
–¿Su experiencia en las aulas condicionó las políticas que luego intentó implantar en los centros?
–Sí. El tener una visión como profesor me ha ayudado. Yo he estado destinado en la península en numerosos y en especialidades. Yo era maestro de Primera Enseñanza, profesor especializado en Ciencias Sociales, Audición y Lenguaje (AL) y en Pedagogía Terapéutica (PT), es decir, en Educación Especial. Antiguamente era maestro de todo, menos Música o Educación Física. Hoy gracias a Dios, tenemos especialistas de PT y de AL en los centros educativos, hay personal distinto y bien formado. Como consejero de Educación, el tiempo que estuve siempre he colaborado con la que era Facultad de Educación y Humanidades (ahora de Ciencias de la Educación y del Deporte) y las otras dos facultades con el tema de la revista Publicaciones y proyectos de Investigación, etc.
Siempre añoraba mis tiempos de estudiante cuando iba como consejero a las puestas de insignias y los actos de fin de curso, porque siempre es positivo.
Desde aquí quiero felicitar a la facultad por todo el trabajo que han hecho a lo largo de todos estos años. Hay que destacar que para la profesión de magisterio hay que tener vocación y que es muy bonita.
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