Del extenso legado de plantas que descubrieron los insignes botánicos Sennen y Mauricio en el Rif a principios de siglo, una de las más escasas y difíciles de encontrar es la Anthemis mauritiana, una especie de manzanilla que vive exclusivamente en las playas y calas de los alrededores de Melilla. Sennen y Mauricio eran hermanos de La Salle, y tenían una avanzada edad cuando decidieron hacer frente a la catalogación de toda la flora del Protectorado Español. Fueron muchas las especies nuevas que descubrieron, y por tanto tuvieron el honor de ponerles nombre. Dedicaron muchas de ellas a botánicos insignes de la época, como la Paua maroccana, uno de nuestros endemismos más valiosos, que fue bautizada así por los hermanos en honor del botánico de principios del siglo XX Carlos Pau. Otras llevan el nombre de sus descubridores, como la Rhodalsine senneniana , llamada así en honor a Sennen, y la planta que nos ocupa, Anthemis mauritiana, que se llamó así por el hermano Mauricio.
Volver a encontrar estas especies en los lugares que Sennen y Mauricio mencionaban en su obran ha sido una de las tareas más difíciles y emocionantes de las que hemos tenido que realizar para la confección de la enciclopedia “Historia Natural de la región de Melilla”, un trabajo que nos ha costado años de investigación y campeo por la Guelaya. Era realmente curioso encontrarlas justo en las localidades que estos ancianos describían en su obra casi cien años antes, después de las vicisitudes y los cambios que han sufrido estos paisajes después de un siglo. El hecho de que hayamos podido encontrar la mayoría de ellas un siglo después nos indica que hasta ahora la gran biodiversidad de flora que encontraron estos botánicos se ha conservado notablemente.
El hallazgo de la Anthemis ha sido especialmente anecdótico. Encontrarla tenía un interés especial para nosotros, pues en recientes estudios se ha descubierto que posee potentes principios activos que la convierten en una planta medicinal de gran valor. Efectivamente, las propiedades medicinales de la Anthemis mauritiana eran ya conocidas por la población rural que habitaba las costas de la Guelaya desde tiempos inmemoriales. Se conocían sus efectos antiespasmódicos, muy útiles en ciertos problemas gástricos, y aunque comparte estas propiedades con otros tipos de manzanillas más comunes, los lugareños sabían que esta especie en concreto tenía un efecto curativo mucho mayor. Los avances tecnológicos han permitido analizar los distintos elementos que contiene la planta y que le otorgan estas propiedades tan especiales, permitiendo que puedan ser sintetizados para que pasen a formar parte de la farmacopea actual.
La buscamos intensamente en los lugares costeros que mencionaban los hermanos en su obra “Catálogo de la Flora del Rif Oriental”, siempre sin éxito. Hicimos muchas salidas a la desembocadura del río Kert, lugar donde según estos botánicos la Anthemis era especialmente abundante, y al final, después de casi un año de búsqueda la hallamos en la playa anexa a la desembocadura del Muluya, un lugar con una gran biodiversidad, pero que no estaba incluido en nuestra zona de estudio. Cuando ya nos habíamos convencido que la Anthemis mauritiana había dejado de ser una especie de la Guelaya, la encontramos recientemente en uno de los lugares más concurridos del cabo Tres Forcas, la playa de Cala Charranes. Como se suele decir, la vida se abre camino, y la Anthemis mauritiana nos ha dado una auténtica lección de supervivencia en un entorno muy antropizado. La Anthemis mauritiana vuelve a estar, por tanto, en la lista de especies presentes en la Guelaya.
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