Categorías: Sociedad

Amor imposible a las puertas del CETI

Ouafae huyó de Marruecos y pidió asilo en España porque la forzaban a casarse contra su voluntad  Su verdadero amor es Mohamed, un sirio asilado en Bélgica que ha vuelto a Melilla para estar con ella.

“Mira este papel. Nos los dieron cuando entramos en la oficina de asilo y también los hay en el CETI. Según lo que dice aquí, ella tiene derecho a pedir asilo”.
Quien hace esta afirmación es Abdelatif, uno de los 14 marroquíes que fueron expulsados del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes el pasado jueves. A todos ellos les fue denegado el asilo por parte de las autoridades españolas.
En el grupo hay una sola mujer. Se llama Ouafae y es a quien se refiere Abdelatif cuando muestra un folleto informativo en cuyo reverso se ven tres logos: el del Defensor del Pueblo, el de Acnur y el de la ONG Save the Children.
Abdelatif empieza a leer el folleto: “Si no puedes regresar a tu país de origen por miedo a ser obligada a casarte, podrías estar en necesidad de protección internacional y las autoridades españolas deben protegerte y garantizar tus derechos”. Entre éstos, señala el primero: “No ser obligado a volver a tu país”.
Ouafae llegó a Melilla el pasado 24 de octubre. Un día después, entraba en el CETI. Esta joven de 22 años había abandonado su Rabat natal porque no estaba dispuesta a aceptar la obligación que le imponían sus familiares: casarse con alguien a quien no ama.
“Es un hombre mucho mayor que yo, un primo de mi madre”, relata Ouafae a El Faro con su compañero Abdelatif como traductor.
Ouafae sí quiere contraer matrimonio, pero con otro joven. Lo conoció en Rabat. Se llama Mohamed y es sirio. Uno de los miles de refugiados que huyeron del país que desde hace cinco años se desangra en una guerra intestina.

El horror de la guerra
Mohamed llegó con sus padres y hermanos a Marruecos dejando atrás el horror vivido en Homs, una de las ciudades más castigadas por el conflicto de Siria. Tras cinco meses en suelo marroquí, la familia consiguió entrar en Melilla en octubre. Pocos días después lo lograba Ouafae.
Mohamed y los suyos pasaron algo más de un mes en el CETI. Su condición de refugiados de guerra facilitó en la medida de lo posible su salida hacia la península. Sin embargo, Ouafae no fue autorizada a acompañarlos.
“Se fueron en el barco a Málaga, y de allí, a Bélgica”, cuenta la joven. En ese país solicitaron asilo y se lo concedieron.
Pero Mohamed, de 17 años de edad, estaba dispuesto a todo para recuperar a Ouafae.  Con sus papeles en regla por parte de las autoridades belgas, lo que le permite la libre circulación por los demás países de la UE, hace menos de un mes regresó a Melilla. Quería estar cerca de su amada y soñaba con poder llevársela a Bélgica.
“Llevo menos de un mes en Melilla y duermo en la calle”, cuenta Mohamed a El Faro. “Pero no me importa si es para estar cerca de ella”, añade.
“Mi padre me acompañó en avión desde Bruselas hasta Barcelona”, continúa Mohamed. De ahí, el chico tomó un autobús hasta Almería, desde cuyo puerto se embarcó hacia Melilla.
Una vez en la ciudad, esperaba que las autoridades españolas concedieran el asilo a Ouafae. Sin embargo, la negativa a esta petición causó su expulsión del CETI junto con otros 13 marroquíes en su misma situación. Ahora, todos ellos malviven a la intemperie a las puertas del centro y temen ser devueltos a Marruecos.
Según fuentes del CETI consultadas el pasado viernes, los expulsados no han acreditado que son objeto de persecución en su país.
“¿Cómo puedo probar que me obligan a casarme con alguien a quien no quiero?”, lamenta Ouafae. “Tengo amigas en Rabat que podrían testificar a mi favor, pero ellas no pueden venir hasta Melilla”. Su amigo Abdelatif aclara: “Aquí sólo dejan entrar a marroquíes si son de la provincia de Nador”.
Mohamed y Ouafae están juntos ahora, pero en una situación desesperada: sin dinero, viviendo a la intemperie y con el temor a que la joven sea devuelta a Marruecos, lo que quizás separaría sus destinos para siempre.

 

De Siria a Bélgica pasando por Melilla

Mohamed y sus familiares huyeron de Siria en 2013. “Volamos de Damasco a Argel”, cuenta a El Faro. Junto a sus padres y hermanos empezó a buscar alternativas para alcanzar suelo europeo. Dirigirse a Melilla no fue su primera opción.
“Después de Argelia, nos fuimos a Túnez”, explica. Sin embargo, el camino desde allí era demasiado peligroso: una frágil embarcación hasta la isla italiana de Lampedusa, la ruta que tantas vidas de inmigrantes y refugiados se ha llevado.
Regresaron a Argelia y de ahí lograron pasar a Marruecos. En los cinco meses que pasaron en Rabat, Mohamed conoció a Ouafae y se enamoró de ella.
La familia probó entonces la ruta de Melilla. Ellos tuvieron suerte, pero Ouafae debió quedarse aquí. Por un lado, Mohamed tiene la fortuna de haber obtenido asilo en Bélgica. Por otro, vive la amargura de amar a una mujer a la que difícilmente podrá llevarse a su nuevo hogar.

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