Los empresarios de Melilla han decidido llevar hasta la Unión Europea la asfixia a la que Marruecos somete a Melilla. La CEME quiere que desde la Comisión y el Parlamento Europeo se traten las continuas agresiones del país vecino a nuestra ciudad: desde el cerrojazo unilateral de la aduana comercial, que se cerró ya en el lejano 2018, hasta las más recientes declaraciones del Gobierno marroquí poniendo en duda la españolidad de Melilla.
La Patronal acierta al intentar que los problemas de Melilla sean escuchados en instancias internacionales, ante la falta de respuesta por parte del Gobierno español. Hay que recordar que el tráfico de mercancías entre Marruecos y la UE no se ha detenido ni siquiera con la pandemia, lo que hace patente la estrategia particular del país vecino con nuestra ciudad, una actitud que la UE no puede permitir. Marruecos comercia con el conjunto de la Unión, no escoge a la carta. Si Rabat tomara decisiones similares con algún gran puerto de la península o alguno de Alemania o Francia, veríamos una respuesta muy diferente por parte de las autoridades nacionales y europeas. Pero de Melilla es fácil olvidarse.
Como parece que se ha olvidado nuestro Gobierno. Desde el cierre aduanero hemos escuchado que se está hablando del tema con Marruecos, que está sobre la mesa y que hay que dejar a la diplomacia que trabaje en ello. La realidad es que todos esos presuntos contactos no han dado ningún resultado. La realidad es que la aduana sigue cerrada, que Marruecos sigue adelante con sus planes de desarrollo en la zona colindante con Melilla y que se permite el lujo de proclamar que la ciudad no debería ser territorio español.
Si la actitud del Gobierno español sigue siendo tan laxa con nuestro vecino, no queda otra opción que recurrir a instancias supranacionales para que valoren el problema y puedan frenar el comportamiento de matón que se gasta Marruecos con Melilla.
Además, es necesario que los partidos políticos de Melilla que tienen representación en la ciudad y en los organismos europeos apoyen la iniciativa. Los representantes de los melillenses tienen la obligación de defender a sus representados, aquí, en Madrid y en Bruselas, no sirve ocultar la cabeza como el avestruz. Es necesario alzar la voz.
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