El preso belga-melillense Ali Aarrás fue hospitalizado el miércoles debido a su deteriorado estado de salud tras 64 días en huelga de hambre, según dijo ayer a Efe su hermana Farida desde Bruselas, contactada por teléfono.
Farida explicó que su hermano no siente las piernas y tiene fuertes dolores de cabeza, además de problemas en los riñones y el hígado, aunque un médico que lo ha visitado le ha asegurado que su vida aún no corre peligro.
Aarrás, al que Amnistía Internacional (AI) ha adoptado como símbolo en su campaña internacional contra la tortura, purga una pena de 12 años de cárcel en la prisión de Salé (vecina a Rabat) por un delito de terrorismo que él niega.
Su hermana asegura que hay 5 demandas que Ali plantea para dejar la huelga de hambre, pero la más importante es que se fije una fecha para que su caso sea visto en el Tribunal de Casación, al que van los juicios en los que se sospecha que han existido defectos de forma para volverse a celebrar.
Según Farida, si se cumpliera esa condición, su hermano probablemente abandonaría la huelga de hambre que inició el pasado 25 de agosto.
Otras condiciones que Aarrás ha invocado son que terminen los malos tratos carcelarios, ser visitado regularmente por el cónsul de Bélgica y que el Gobierno marroquí complete una investigación sobre su caso, prometida a la ONU.
El Gobierno marroquí, a través de la Dirección General Penitenciaria, ha negado los malos tratos y aseguró que la huelga de hambre “es solo fingida” y que se trata más bien “de una forma de ejercer presión a la Administración para obtener privilegios ilegales e inducir al error a la opinión pública”.
Marruecos, en entredicho
Dos huelgas de hambre que tienen lugar en este momento sin relación entre sí están comprometiendo la imagen de Marruecos en uno de los temas que el Gobierno considera más sensible: el respeto a los derechos humanos.
El caso más mediático y que ha merecido un editorial muy crítico del diario The New York Times es el de Maati Monyib, un historiador izquierdista y fundador de la organización pro libertad de prensa Freedom Now.
El caso de Monyib se suma al de otro preso también en huelga de hambre, Ali Aarrás, un belga-marroquí nacido en Melilla y extraditado por España a Marruecos en 2012, que cumple una condena de doce años por un delito de colaboración con una banda terrorista.
Aarrás, que ya se ha declarado en seis ocasiones en huelga de hambre, asegura que es inocente y ha denunciado en repetidas ocasiones haber sido objeto de torturas, la última de ellas en un vídeo grabado con un teléfono móvil este mismo mes en el que mostraba su cuerpo con moratones y acusaba a varios carceleros de la prisión de Salé con nombre y apellidos. El vídeo fue posteado por un comité belga promovido por su familia.
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