LA Comandancia de la Guardia Civil ha abierto un expediente disciplinario por una falta grave a un agente que pidió una silla en buen estado y limpia. Tamaña osadía no debía quedar impune, según el mando de la Benemérita que ha propuesto sancionar a dicho agente por no conformarse con una rota y sucia con pelos y orines de gato.
Esta esperpéntica historia empieza cuando un guardia civil informa de que la silla de la garita en la que se encuentra destinado está en mal estado y advierte a la Comandancia de que podría provocar un accidente. La silla que le entregan en sustitución, recogida de otra garita en desuso, no sólo está rota también, sino que además tiene pelos y orines de gato. El agente pide que la cambien de nuevo o que le envíen material de limpieza, pero lo único que recibe es la apertura de un expediente disciplinario por una falta grave.
Estos hechos son la demostración palpable de que de hay algunos mandos que se aburren en la Comandancia de la Guardia Civil. Mientras sus compañeros y subordinados se afanan por vigilar la frontera o garantizar la seguridad de los ciudadanos, individuos como el que ha promovido el expediente se entretienen buscando tres pies al gato.
La respuesta lógica del máximo responsable de la Benemérita en nuestra ciudad debería pasar por abrir una investigación para aclarar lo ocurrido y evitar en el futuro nuevos sonrojos en la Guardia Civil. Una acción tajante sobre el promotor del expediente serviría para devolver la confianza a muchos agentes y demostrar que la razón, el sentido común y la cordura están por encima de la jerarquía. Por el contrario, defender la calificación de los hechos como falta grave sería la evidencia de que la sensatez no abunda en la Benemérita, al menos entre algunos mandos y los superiores de éstos.