Los últimos datos conocidos del informe PISA sobre el estado de la educación y la competencia de nuestros estudiantes en materia como las matemáticas, lectura y ciencias, han puesto de manifiesto que hay cosas que no funcionan bien en Melilla y que la llevan a los últimos puestos del ránking nacional. La ciudad solo está por delante de Ceuta en esas tres cuestiones, lo cual viene a decir que el Ministerio de Educación está fallando en su gestión con respecto a las ciudades autónomas.
La competencia sobre Educación está transferida a todas las comunidades autónomas españolas. Es decir, solo Ceuta y Melilla quedan directamente ligadas a la política del Ministerio en Madrid y, a la vista de los datos y de las circunstancias, tampoco es que éste se esté esmerando suficientemente a la hora de formar a nuestros jóvenes.
Si el Gobierno realmente apostase por el modelo público de la educación hemos de entender que sus dos grandes obras deberían estar centradas en las ciudades norteafricanas, directamente bajo su gestión. Ceuta y Melilla deberían ser las joyas de la corona de la educación y exhibidas como una muestra del compromiso del Ejecutivo de Sánchez del que tanto presume. Pero no, nada más lejos de la realidad y al informe PISA nos referimos.
Es exactamente lo mismo que ocurre con la sanidad. Al Gobierno se le llena la boca a la hora de hablar de sanidad pública, de mejorarla, cuidarla y auspiciarla, pero los únicos territorios bajo la responsabilidad directa del Ministerio de Mónica García, como son los de Ceuta y Melilla, tienen la peor de Europa. Nueve meses se cumplen en estos días de movilizaciones de los médicos, hartos de la situación que se padece en esta ciudad.
El Gobierno suspende en dos de dos, en educación y en sanidad. Y en este caso no le puede echar la culpa a nadie porque, como decimos, los respectivos ministerios son los únicos y exclusivos competentes en ambos sectores.
El problema es que tampoco se ven soluciones a corto ni medio plazo. El Ejecutivo del PSOE está a otras cosas, a negociar fuera de España con los independentistas con la mediación de verificadores internacionales y a asistir a un desgajamiento de Sumar, su gran socio político, que le obligará a tener otro partido más con el que negociar cualquier ley que quiera sacar adelante. Podemos se ha ido al Grupo Mixto, ha dejado Sumar, y vuelve a poner sobre la mesa la inmensa inestabilidad en que se maneja el Gobierno.
Y así, con esos problemas, es muy difícil, por no decir imposible, que el Ejecutivo mire hacia el sur, hacia las ciudades de Ceuta y Melilla que, en realidad, solo son un dolor de cabeza en sus relaciones con Marruecos y a las que no les importa lo más mínimo seguir humillando permitiendo que no reabra la aduana comercial o se cuestione abiertamente su soberanía, aún cuando los marroquíes se comprometieron por escrito a no hacerlo.
Para terminar, importante el llamamiento del presidente Imbroda a la concordia, a la unidad, a que no se criminalice a los judíos por el hecho de que tengan una religión diferente. Lo hacía después de que haya trascendido el boicot que determinadas personas están promoviendo contra los comercios regentados por hebreos.
Hacer esa recomendación desde los poderes públicos a favor de la unidad de todos los melillenses sin distinción de religiones siempre es interesante pero quizás no estaría de más alguna actuación desde el ámbito judicial.
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