El procedimiento del rechazo en frontera, más allá de los análisis que apuntan a que cumpla o no con los derechos humanos y las garantías de acceso al asilo, no es aplicable de ninguna de las maneras a menores. Así se extrae del último informe publicado por Unicef, que advierte del especial riesgo que existe entre adolescentes de entre 15 y 17 años de ser devueltos. “En esta franja de edad las posibilidades de cometer un error son mucho mayores”, indica.
La ONG es contundente, además, al afirmar que “todo niño que tenga un temor fundando a ser perseguido tiene derecho a solicitar protección” y que este derecho en ningún caso puede depender de cuál sea la nacionalidad del menor.
Unicef precisa que las formas de persecución que experimentan los niños son distintas a las de los adultos. Se refiere al reclutamiento forzoso, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina o la trata de seres humanos. Este tipo de persecuciones, apunta, se producen en cualquier país, incluso en los que se consideran “seguros”. “Cerrar la frontera a un niño y a su familia implica seguir exponiéndolos a los traficantes y a las redes de trata”, continúa el estudio.
El informe recalca que la gestión fronteriza no debe impedir nunca a los niños, estén o no acompañados, disfrutar de su derecho a pedir protección internacional. En los puestos fronterizos, debe facilitarse información adaptada a los menores y en varios idiomas sobre el derecho al asilo. “Los Estados deben esforzarse por identificar a los solicitantes que necesiten garantías procedimentales especiales por razón de su edad”.
El estudio advierte, además, de que las devoluciones automáticas tampoco dejan margen suficiente para poder identificar a los menores de edad que son víctimas de trata. Recalca la necesidad de identificar estas situaciones mediante entrevistas individualizadas y reservadas.
Cuando es un menor el posible solicitante de asilo, la valoración tiene que hacerse en un entorno adecuado y con la independencia, especialización y el tiempo necesarios. Hay que poner a disposición del niños información adaptada a su edad y madurez, escucharle y contar con la intervención de profesionales independientes y especializados, además de un representante legal y un intérprete.
“En las prácticas que ocurren inmediatamente o muy poco después de que un niño haya cruzado la frontera, no hay tiempo suficiente para identificar la presencia de niños por cauces adecuados y cumplir todas las garantías jurídicas y procesales en materia de protección de la infancia”, asevera Unicef.
Unicef recalca la necesidad de garantizar que no se producen separaciones accidentales de familias y que los grupos vulnerables tienen prioridad cuando se organiza a las personas y se les coloca en las filas para ser atendidos en los puestos habilitados. En este punto, advierte de que desde que aumentaron las llegadas de familias sirias a Melilla, se han dado “no pocos casos de separación”. Indica que las medidas tomadas por los agentes fronterizos de uno y otro lado pueden resultar en una separación accidental de las familias. También pueden perderse los pequeños en mitad de situaciones caóticas o por la intervención de traficantes de personas.
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