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Al volante

Ayer prestaron declaración en los Juzgados de Melilla un profesor de autoescuela y un examinador, acusados de cobrar supuestamente hasta 3.000 euros por conceder carnés de conducir a personas que ni siquiera se presentaban a los exámenes o que, cuando lo hacían, cometían hasta 20 fallos y aún así, aprobaban.

La noticia cogió por sorpresa al sector de las autoescuelas de la ciudad, que es muy limitado: tiene siete academias, dos examinadores y 20 profesores. Y lo hizo en una época de bastante trabajo porque muchos estudiantes aprovechan los meses de verano para sacarse el carné del coche en Melilla antes de marcharse a estudiar a la península.
La Policía Nacional, a cargo de la investigación, no ha dado detalles de la trama que concedía licencias de conducir de forma fraudulenta. No sabemos cuántas personas optaron por pagar ese dineral (3.000 euros) cuando sale mucho más económico examinarse en la ciudad (en torno a 500 euros). Incluso en cualquier otra comunidad autónoma es más barato: el precio medio (en 2014) no sobrepasaba los 725 euros.
A las dos detenciones de esta semana, relacionadas con la supuesta venta de carnés de conducir, habría que añadir los dos directores de un centro médico de Melilla, detenidos este mes por la Guardia Civil, acusados de hacer chequeos para conceder permisos de armas y de conducir sin estar capacitados para ello, llegando a falsificar datos de otros facultativos.
Con estos nubarrones en el horizonte empezamos a entender un poco por qué nos jugamos la vida cada vez que cruzamos un paso de peatones en Melilla.
Puede que sean casos aislados, pero las locuras que se cometen al volante en esta ciudad son de juzgado de guardia.
Vamos a tener que copiar la iniciativa de un pequeño pueblo de la península que acaba de estrenar cámaras en sus semáforos conflictivos y a continuación ha divulgado los vídeos grabados para que los infractores y todo el vecindario vean las barbaridades que se cometen al volante.
Como medida preventiva no es mala idea. Si no queremos coser a multas a los melillenses, por lo menos podríamos avergonzarles difundiendo los vídeos temerarios que protagonizan. En cuanto se vean en los medios de comunicación y las redes sociales, seguro echan mano al freno y dejan de pisar el acelerador. Sólo con eso le harían un gran favor a esta ciudad.

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