Hemos celebrado el Día de las Fuerzas Armadas, jornada de encuentro entre la ciudadanía española y sus ejércitos. En esta jornada es oportuno enviar un mensaje de felicitación y de agradecimiento a nuestros soldados. Los que hoy sirven dentro y fuera de España, los que lo han hecho en el pasado y los que, sin duda, lo harán en el futuro. Y es oportuno realizarlo en esta jornada porque durante el resto del año, todos estos soldados sirven de manera callada, abnegada y sobre todo eficaz, al servicio de la paz de todos los españoles. La paz; ese bien intangible, que no se percibe adecuadamente más que cuando falta, cuando está ausente.
Lamento no encontrarme presente en España en esta jornada a fin de transmitir personalmente esta felicitación a nuestros soldados y aprovecho esta tribuna para hacerlo. Me encuentro en Lituania asistiendo a una reunión plenaria de la Asamblea Parlamentaria de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), foro parlamentario de los 30 países miembros de la Alianza Atlántica, que agrupa a 269 de ellos, de los cuales, España aporta 12. En este foro, se trabaja también al servicio de la paz de todos los ciudadanos de los países de la Alianza Atlántica y también, entre todos ellos, de todos los ciudadanos de España.
En el curso parlamentario habitual, esta pasada semana, concretamente el martes, se celebró en el Congreso de los Diputados una conferencia con ponentes de alto nivel en relación con la disposición de España ante las amenazas biológicas, naturales o intencionadas y entre las intencionadas, convencionales o terroristas. El origen de esta conferencia estaba basado, precisamente, en un informe elaborado y aprobado por la Asamblea Parlamentaria de la OTAN en relación con este tipo de amenazas en el conjunto de los países miembros de la Alianza.
Al día siguiente de esta conferencia, es decir el miércoles, se debatió una proposición no de ley, presentada por el Grupo Parlamentario Popular en la Comisión de Defensa. El objeto de la proposición era instar al Gobierno a adoptar medidas en diferentes ámbitos para mejorar la disposición de nuestro país frente a estos riesgos biológicos. Como de costumbre, el Grupo Parlamentario Socialista, presentó una enmienda a dicha proposición alegando que todas y cada una de las doce propuestas formuladas por el Partido Popular ya se estaban realizando o eran innecesarias. Como ya viene siendo habitual, el Grupo Parlamentario que respalda al Gobierno puso de manifiesto su desprecio por las propuestas de la oposición, lo que, lamentablemente, revela una muy escasa sensibilidad democrática y una carencia de capacidad para recibir sugerencias o propuestas de quienes no sean ellos mismos o sus socios ideológicos. Desprecio, por tanto, al resto de la población española representada por los partidos de la oposición.
Durante el debate de esta proposición y otras anteriores a ésta que se produjeron durante la misma sesión de la Comisión de Defensa los representantes del Grupo Parlamentario de Unidas Podemos manifestaron, como ya la habían hecho anteriormente, que consideran a la OTAN como una organización criminal.
El ‘concienzudo’ análisis para alcanzar esta importante conclusión es que la Alianza Atlántica es una organización de defensa que utiliza armas para defender a nuestras sociedades de amenazas armadas y que el socio más relevante por capacidad defensiva de la Alianza Atlántica, son los Estados Unidos de Norteamérica. La conclusión es clara, organización criminal, ea. Punto pelota. Unidas Podemos determina.
No se discute el derecho de nadie a dejarse llevar por sus paranoias, sus prejuicios ni sus análisis sin fundamento. Tampoco se cuestiona la capacidad de nadie de opinar de manera contundente sobre materias sobre las que hace gala de una ignorancia manifiesta.
Todo ello sería irrelevante si los que se dejan llevar por todas estas derivas psicológicas fueran ciudadanos anónimos o incluso representantes públicos sin responsabilidades de Gobierno. Lo grave de este caso es que los protagonistas de esta conducta son socios del Gobierno de la nación, porque su Presidente quiso, al objeto de garantizarse su presencia en el Gobierno de España. La rectitud moral de la conducta de unos y de otros es, por lo menos, digna de ser puesta bajo sospecha. Permitir su presencia como socios en el Gobierno de España es, como poco, irresponsable. Formar parte de un Gobierno que para uno respalda la presencia de España en organizaciones que uno considera criminales, es, también como poco, hipócrita.
Yo me incorporé a las Fuerzas Armadas a mis 18 años, a fin de entregar mi vida al servicio de la paz de los españoles, de la manera más eficaz de la que fuera capaz. No concebía que los españoles pudieran tener que asumir o afrontar alguna situación de riesgo y no encontrarme en primera línea para evitarles las consecuencias de dichas situaciones con la mejor de mis capacidades. Compartía esa ilusión con miles de militares de toda condición en los tres Ejércitos. Al propio tiempo, compartía la ilusión de hacerlo sin que los españoles percibieran que pudiera existir algún riesgo que pudiera cernirse sobre ellos a fin de que pudieran desarrollar sus vidas de la manera más plena posible. Mi vida profesional, en la que mantuve esta ilusión, como digo compartida con todos mis compañeros, se desarrolló en el ámbito nacional y posteriormente en el ámbito internacional, ya que en el mundo multipolar en el que vivimos no se concibe la seguridad nacional sin la internacional, con el mismo nivel de dedicación. Pero desde luego, jamás en colaboración con organización criminal alguna.
Hace dos meses me alcanzó la edad del retiro y por lógica de la cronología cedí mi puesto en formación a otro miembro de las Fuerzas Armadas del que, sin conocerle personalmente, no me cabe la menor duda de que contará exactamente con la misma ilusión que me animó a mí durante toda mi vida profesional, la de trabajar con todas mis fuerzas, ahora con las suyas al servicio de la paz.