Categorías: Cultura y Tradiciones

“Al público le gusta ver sufrir a los personajes, si la historia es una comedia”

Carlos Hipólito interpreta esta noche en el Kursaal a un director de un banco en ‘El Crédito’  l El actor afirma que Internet no es una amenaza para el cine y apuesta por crear otros espectáculos.

El actor Carlos Hipólito, protagonista de la película ‘Ninette’ y voz de Carlos Alcántara en la serie ‘Cuéntame cómo pasó’,  comparte hoy escenario con Luis Merlo en la obra ‘El crédito’. Hipólito interpreta a un director de banca que no conseguirá echar de su sucursal a un hombre que pidió un préstamo y al que no desea concedérselo. La obra estará en cartel hoy y mañana a las 21:15 y a las 20:00 horas respectivamente. Fue hace unos años cuando Hipólito visitó por primera vez la ciudad. Afirma a El Faro que está encantado de volver y desea saber “cómo palpita el público de Melilla”. El actor destaca que el trabajo con Luis Merlo es “fantástico”. Es la primera vez que coinciden en una obra.
–¿Qué es ‘El crédito’?
–Es una comedia muy divertida. Tiene un humor inteligente con una reflexión, aunque está envuelta. Es una obra con una peripecia argumental muy sencilla, pero el autor, Jordi Galcerán, la dosifica poco a poco. Un tipo va a una sucursal bancaria a pedir un préstamo y el director se lo niega porque no presenta los avales suficientes. Éste, en lugar de marcharse, se queda y le planta cara. Le hace una amenaza y... ya no puedo contar más porque desvelo la trama. A partir de ese momento se crea una situación cada vez más disparatada entre los dos personajes que conforma una obra de entretenimiento total para el público, que ríe a carcajadas mientras que los dos personajes lo pasan faltal.  
–¿Cómo se puede hacer una comedia de algo tan serio como  pedir un crédito a un banco?
–Parece imposible de entrada, ¿verdad? Pero ahí está la inteligencia del autor. Creo que todas las historias se pueden tratar desde cualquier punto de vista. El escritor de la obra consigue hacer humor con este tema. En general, al público le gusta y disfruta ver sufrir a los personajes, si la historia es en forma de comedia.  
–¿Le sirvió su experiencia personal con los bancos a la hora de preparar su personaje?
–(Risas). Por su puesto que he ido a un banco a pedir un crédito como todo hijo de vecino, pero afortunadamente no me pasó nada de lo que les ocurre a estos dos pobres personajes, que lo pasan fatal en la obra. No tiene nada que ver con la realidad. Es una ficción. Mi personaje, el director del banco, no tiene nada que ver conmigo, aunque por eso me gusta mucho interpretarlo.
–¿Su personaje no tiene nada que ver con la imagen que tenemos de un señor serio que dirige un banco?
–Es que en realidad no hago de banquero, es decir, de propietario de un banco, sino de director de una sucursal, de bancario, que no es igual. El pobre es un empleado de banca que al final tiene una parcelita pequeña de poder. Es un mandado. Cumple órdenes de arriba. Pero lo divertido es que, detrás de la fachada de un tipo que parece muy seguro de sí mismo y que está en el lado de poder de la mesa, el público descubre que es un pobre hombre con una vida destrozada. Se ve su verdadera cara y su auténtica personalidad. Ésta es una de las facilidades que tiene Galcerán: La creación de personajes de ficción con muchas caras que cuentan muchas facetas del ser humano.
–De forma que ‘El crédito’ no se habla tanto del dinero ni de la crisis como de la naturaleza del ser humano.
–Exacto. El hecho de que estemos en crisis pone muy de actualidad la situación de pedir un crédito porque todo el mundo necesita dinero. Pero la obra no habla de la crisis. Narra la peripecia entre dos personas que ‘a priori’ son muy diferentes y que por una circunstancia especial, de forma metafórica, acaban haciendo un viaje juntos hacia no se sabe muy bien donde. Habla de la naturaleza del ser humano, de lo solos que estamos, de lo poco dueños que somos de nuestra vida. No aborda el tema de crisis económica de España. Galcerán de hecho dice que espera que la crisis pase pronto, pero que su obra dure mucho tiempo.
–¿Se trata en la obra las deudas que tiene el ser humano?
–No sé exactamente si el planteamiento es así. No sabemos por qué el personaje que interpreta Luis Merlo pide un crédito. Lo lógico es que tenga una deuda y por ello solicita este dinero. Pero en cualquier caso lo que sí descubre la obra es que muchas veces hacemos planes, pero se nos olvida que la vida también tiene planes para nosotros. Eso es lo que nos hace contraer deudas que ni si quiera sabemos que tenemos.  
–Por el personaje del director de banca le dieron el Premio Valle-Inclán de Teatro. ¿Busca o espera este tipo de recompensas?
–No. Ni lo busco ni lo espero nunca. Hago los trabajos pensando en lo que me puede aportar a mí y en lo que yo puedo ofrecer. No hago un papel pensando en el éxito. Si lo hiciera así, me equivocaría. Cuando crees que todo va a ir bien, no sale. Nunca sabes qué va a pasar. No son esas las cosas que me ayudan a decidirme por un trabajo u otro. El hecho de que me estimule o la ilusión de hacer un personaje, que la historia me conmueva o que esté de acuerdo con mi ideología son puntos que me animan a aceptar un trabajo. Sería absurdo escoger una obra porque piense que me van a dar un premio. Aunque, luego, si te lo encuentras, es maravilloso. Hago papeles para conectar con el público, no para que me den un premio.
–Pero, ¿ha ensayado en el espejo del baño alguna vez qué diría si recibiera, por ejemplo, un Premio Goya?
–Me nominaron una vez al Goya y tuve ese momento de pensar qué diría en la gala. Pero no me tocó. Aunque estar nominado ya es un regalo. En realidad, todos pensamos en la ilusión que nos haría recibir un premio, pero sólo durante dos minutos. En mi caso, tras ese tiempo, lo olvido.
–Aunque ‘El crédito’ no trate el tema de la crisis, ésta afecta al sector de la cultura. Sin embargo, usted no ha parado de trabajar. ¿Se siente afortunado?
–Sí. Estoy muy agradecido a la vida porque me está dando trabajo de forma muy continuada, algo que ahora mismo es el mayor privilegio que se puede tener. Además, son trabajos que me gustan y tienen éxito.  No me puedo quejar.
–Hace unos meses se embarcó en la versión para musical de teatro de ‘Sonrisas y lágrimas’. ¿Fue complicado interpretar este género?
–Ya había intervenido unos meses antes en el musical ‘Follies’. Este género me ha gustado mucho y me he preparado para ello. Sin embargo, la vida no me había dado la oportunidad hasta ese momento de participar en uno. En cuanto a ‘Sonrisas y lágrimas’, fue un reto. Salí contento porque es una historia que me conmovió cuando la vi de pequeño en la televisión y me sabía las canciones. Hacer del padre de la familia Trapp fue un sueño muy bonito.
–¿La edad influye a la hora de protagonizar obras? ¿Lo tienen más complicado las actrices que los actores para encontrar trabajo conforme se acercan a los 50?
–En la mayoría de los textos hay más papeles para hombres que para mujeres. Es verdad que las mujerse a partir de una edad lo tienen más complicado que los hombres para conseguir un trabajo más continuado. Me parece injusto y absurdo. En el caso de las actrices hay una tiranía mayor de la juventud. Los productores parece que siempre quieren rostros de mujeres jóvenes mientras que en los actores hay un abanico más amplio. Hay muchas películas en las que los galanes son hombres maduros y en cambio las protagonistas son jóvenes. Pero también la edad nos pasa factura a todos. En ocasiones te encuentras con que hace unos años eras muy joven para unos papeles y ahora eres demasiado mayor para otros (risas). Aunque también es verdad que, como intérpretes, el tiempo te da mayor experiencia y por lo tanto, más emoción al personaje.  
–Hablando de mujeres jóvenes y bellas, no sé si sabe la envidia que provoca en muchos hombres tras haber protagonizado ‘Ninette’ junto a Elsa Pataky.
–(Risas). Es curioso. Elsa es una mujer muy guapa y la recuerdo como una buena compañera. Nos lo pasamos muy bien rodando esta película, pero nunca pienso en ella en términos de ‘mujer cañón’. Me hace gracia que despierte envidias entre los hombres.
–¿Cómo ve el futuro de su profesión? ¿Animaría a la gente joven a adentrarse en este mundo?
–Sí, si realmente aman este oficio. Animaría a cualquier persona a que luchara por conseguir su sueño. Si es ser actor, claro que sí deben luchar. Pero no les oculto que la cosa es difícil. De 100 actores hay dos o cinco que tienen el éxito soñado. Es muy complicado. Es una carrera muy difícil. Pero también es una profesión en la que no necesariamente hay que llegar a ser el número uno. Se puede ser muy feliz siendo actor sin necesidad de ser el protagonista de la historia ni ser el centro de atención de todo el mundo. Tengo compañeros que son felices llegando al teatro todos los días para hacer un papel pequeño porque lo que les gusta es hacer personajes. Da igual lo grande o pequeño que sea su papel, lo importante es participar en un buen espectáculo. Claro, que a la gente joven le diría que hay una situación complicada para el teatro y el cine y no les negaría que lo van a tener difícil. Pero si es su vocación, tienen que luchar .
–Internet parece ser una amenaza para del cine y la televisión. ¿Lo cree así? Usted ha protagonizado una serie que sólo se emitía por la red.
–Creo que hay que acoplarse a los nuevos tiempos. Nosotros nos dedicamos a hacer productos de ficción que se plantean para ver frente una pantalla. Habrá que reflexionar sobre qué tipo de pantalla prefiere el público. Quizás no es la de un cine, pero sí la de un ordenador o un móvil. Habrá que adecuarse a eso. Si la gente ahora ve más películas en los ordenadores y en su casa porque tiene otra forma de administrase su tiempo de ocio, debemos ir con los tiempos. No me parece que sea una amenaza. Creo que los cines son un lugar idóneo  para ver películas porque te aislas más, pero hay que estar abiertos a otras posibilidades. En cuanto a la serie que hice para Internet, no hubo distinción con respecto a otras que he realizado para la televisión, a excepción de que los capítulos son más cortos y que se contó con menos presupuesto. La dinámica del trabajo no cambia. Ahora consumimos mucha imagen a través de Internet y la gente llega a la conclusión de que los vídeos más vistos  en YouTube no superan los cinco minutos. Habrá que pensar que se pueden rodar historias que duren de cinco en cinco minutos. ¿Por qué no? Creo que hay sitio para todo. Las series convencionales pueden convivir con nuevos formatos. 

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