El sector público y el comercio fronterizo han sido la base de la economía de nuestra ciudad durante muchas decenas -y diría que algunas centenas- de años.
El primero, permanece y parece que va a seguir aumentando en los próximos años lo cual no dice mucho de nuestra capacidad para desarrollar otra estructura económica. La frontera, como la hemos conocido, ya sabemos que no volverá a ser la misma y hay que buscar alternativas. Nadie puede tener dudas al respecto.
Aunque algunos se hayan olvidado -o no quieran reconocerlo- desde la organización empresarial a la que tengo el honor de pertenecer -la CEME- y antes desde la extinta Plataforma ya defendíamos una frontera fluida y segura, denunciando incluso a las instalaciones ilegales donde se preparaban los famosos bultos que luego los miles de personas -manejadas por mafias marroquíes- se encargan de transportar al otro lado de la frontera.
Yo preguntaba públicamente hace más de 30 años qué iba a ser de Melilla cuando se pusieran trabas a esta manera de transitar de mercancías que pudiendo ser considerado “contrabando” en Marruecos no lo era en Melilla y se consentía por ambas partes pues generaba riqueza o paliaba pobreza a ambos lados de la “raya” y desde hace varios años animaba a los comerciantes a exportar de forma documentada a través de la aduana.
La conocida Hoja de Ruta para asfixiar a Ceuta y Melilla se inició con la decisión unilateral de Marruecos de no permitir las importaciones por la frontera terrestre, aunque nunca cerró la aduana pues hasta que la frontera se bloqueó por la pandemia se siguieron haciendo exportaciones de áridos, pescados, legumbres, frutas y verduras desde Marruecos.
Acogí con alegría y no poco escepticismo -sabiendo cómo se las gasta Marruecos- la declaración conjunta de abril y la posterior rueda de prensa de nuestro presidente que también sabemos ya lo que vale su palabra. Y lo cierto es que tenía razón al dudar de lo que se nos dijo.
Cierto también es que los melillenses podemos volver a visitar a los familiares que algunos tienen allí, a salir de la “ratonera” en que nos metió el covid - en palabras del que preside el Gobierno de la Ciudad de aquella manera- y poco más. La reapertura se produjo, pero la libre circulación de personas y mercancías no es lo que todos queríamos y deseábamos.
Cierto es que las limitaciones impuestas por el Gobierno han permitido que la frontera sea segura, entre otras cosas, porque el tránsito de personas y vehículos no tiene nada que ver con el anterior al cierre. Pero de fluidez mejor que no presuman.
Y ya veremos la que se monta cuando empiece de verdad la famosa OPE. Por cierto, es lo que más interesaba a Marruecos y ahí está España poniendo a su disposición carreteras, barcos y combustibles subvencionados y miles de miembros de las FCSE. Ya tiene su “Marhaba” junto con el cambio de postura sobre el Sáhara, pero ¿a cambio de qué? Si alguien lo sabe, que nos lo diga.
Tampoco las mercancías fluyen, al menos, desde Melilla. La excusa de Marruecos no es válida pues como ya he dicho antes no cerraron la aduana en agosto de 2018 y bastaba con anular la circular interna de julio que prohibía la importación por vía terrestre pero no las exportaciones.
La famosa y absurda Comisión “técnica” creada en septiembre de 2018 -pues no había nada técnico que negociar- no fue más que una excusa de nuestro Gobierno para no plantar cara al bofetón diplomático que nos propinó nuestro amigable vecino. Y seguimos igual, con reuniones que no tienen resultado positivo alguno.
Todo lo contrario que ha hecho con el anuncio de Argelia de cortar el comercio con empresas españolas acudiendo rápidamente a Bruselas pidiendo ayuda. Y tampoco hay reciprocidad y se siguen tomando decisiones unilaterales pues Marruecos se ha “olvidado” de aplicar a los melillenses el régimen de viajeros que oficialmente tiene establecido no permitiendo que se lleve nada cuando entramos en Marruecos.
Por el contrario, con más o menos acierto en cuanto a la normativa aplicable, en Melilla dejamos que entren pescados, frutas y verduras y lo que cada uno se quiera traer de vuelta salvo que se considere expedición comercial que no se impide, pero se exige cumpla con los trámites establecidos en la normativa aduanera.
Para Marruecos seguimos siendo ciudad “ocupada” por mucho que Sánchez les haya pedido que se olviden de seguir usando ese “amigable” apelativo. Espero que con el tiempo y buena voluntad -si es verdad que Marruecos la tiene- volveremos a poder transitar mercancías de uno a otro lado bien en régimen de viajeros bien como expediciones comerciales documentas antes las respectivas aduanas.
Pero esto no será nunca la solución para la economía de Melilla porque mientras los costes de transportes sigan siendo tan altos no va a merecer la pena transitar las mercancías por Melilla y no directamente desde península o terceros países a Marruecos. Y aunque los comerciantes encontraran la manera de ser competitivos y seguir vendiendo a Marruecos me preocupa la forma en que los aduaneros marroquíes traten las importaciones procedentes de Melilla poniendo trabas de una manera u otra como hasta ahora cuando se han mandado vía Almería.
Por ello, desde CEME hace ya dos años hemos planteado más de 25 propuestas e iniciativas para cambiar la estructura económica de nuestra Ciudad, pero sin dejar de pelear por el derecho que nos asiste de poder comerciar con nuestros vecinos. Nosotros también queremos ser “más Europa” y por ello apoyamos el tener una mayor presencia en las Instituciones europeas como el Comité de las Regiones y tener acceso a los beneficios y ayudas que disfrutan las Regiones Ultraperiféricas.
También apostamos por la armonización del IPSI y que se mantengan y mejoren, si es posible -que lo es- bonificaciones fiscales en los impuestos directos y en los indirectos. No vemos las “grandes” ventajas de entrar en la Unión Aduanera pero sí de simplificar los trámites y se nos apliquen de forma interna el resto de las normas del Código Aduanero de la Unión -que ya se aplica por remisión- y solicitar la creación de una Zona Económica especial que sustituya a la actual consideración de Territorio Franco.
Otras organizaciones empresariales recién nacidas solo saben hablar de “más España y más Europa” y de modernizar Melilla, pero sin hacer una sola propuesta ni a la Ciudad, ni al Gobierno de España, al menos, no las han publicado.
Tampoco vemos que los políticos se pongan las pilas y se apruebe en la Asamblea el Plan Estratégico que será mejorable como todo y necesitará del apoyo del Gobierno central e incluso de la UE para poner en marcha muchos de sus programas. Pero primero hay que aprobarlo sin más dilación.
Tampoco se sabe nada del famoso Plan Integral del que Tragsatec lleva meses realizando la evaluación de nuestra realidad y nuestras necesidades. Bastaba con haberse leído el documento final de Plan Estratégico y nos habríamos ahorrado los 300.000 euros que ha costado (los otros 300.000 son de Ceuta) y, sobre todo, hubiéramos ganado unos cuantos meses. Ya veremos cuánto tarda el Gobierno en presentarnos “su” Plan Integral.
A ver si todos somos capaces, los empresarios y los políticos, de dejar de mirarnos el ombligo, apoyar las iniciativas -al menos, en las que podamos estar de acuerdo- y dejarnos de personalismos absurdos e intereses cortoplacistas.
Melilla, necesita mirar al norte y a los otros tres puntos cardinales y más pronto que tarde si queremos tener un futuro que no sea una Ciudad subvencionada y basada en un sector público que impide el desarrollo de una economía liberal que genere empleo privado y riqueza para todos y no solo para el sector que vive de y por la Administración Pública.
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