Después del tiempo transcurrido desde la famosa y controvertida ‘Declaración de Rabat’ los hechos demuestran que las buenas intenciones no son más que palabras huecas cuando se trata con Marruecos. No merece la pena insistir en la decepción de cómo se ha reabierto la frontera salvo para constatar que se ha hecho de forma que el paso de las pocas personas que pueden cruzarla –debido a los requisitos exigidos– sea seguro, pero nada fluido. Supongo que en este caso la culpa recae más en el otro lado de la frontera. Y está por ver el trato favorable que Marruecos pueda dar a sus emigrantes que llegan con la OPE frente al que sufren los ciudadanos de Melilla. No queda más que seguir confiando –que ya me cuesta– en la negociación que nuestros diplomáticos están llevando a cabo para conseguir que se cumpla lo pactado respecto al paso de personas y mercancías en esta nueva etapa sin precedentes. Por otra parte, la valla y sus peines invertidos sigue siendo un coladero y nada segura para los guardias civiles encargados de su defensa ni para los desesperados que la asaltan cada vez más violentamente.
Vayamos a lo que quiero comentar: ¿qué están haciendo los políticos y nuestros gobernantes locales y nacionales para poner las bases de una nueva estructura económica? En mi opinión, muy pocas. A favor de nuestro actual Gobierno local –a pesar de la falta de liderazgo de su presidente y de las públicas discrepancias entre los socios– reconozco que han hecho dos cosas positivas: una, el haber puesto en marcha el Plan estratégico de Melilla, aunque no han conseguido que se apruebe aún con el necesario consenso de toda la Asamblea y eso hay que remediarlo cuanto antes; la otra, haber licitado y adjudicado el contrato de “Realización y ejecución del Plan de Promoción Económica de Melilla” del que espero haya resultados positivos. Y del Gobierno nacional tampoco se puede decir mucho a su favor pues del famoso Plan Integral solo sabemos el coste de la consultoría a TRAGSATEC que se podrían haber ahorrado y ganar tiempo pues la caracterización de Melilla ya estaba hecha en el Plan Estratégico finalizado en octubre del pasado año.
No puedo entender que a estas alturas no se haya movido nada ni nadie para solucionar el gran problema que padece Melilla del elevado coste del transporte de personas y mercancías si es que queremos fomentar el turismo procedente del norte y conseguir atraer a inversores. Ya expuse en anterior artículo mi opinión sobre el Proyecto de RD que desarrollará las bonificaciones al transporte de mercancías. Es cicatero con Melilla, pero lo peor es que sigue siendo solo un proyecto de RD que aún no se ha tramitado después de cinco años. Del transporte marítimo de personas ya se ha visto que el nuevo contrato no es tan estupendo como nos vendieron y encima durante los próximos meses los mayores beneficiarios de la subvención serán los extranjeros que pasen por Melilla en la OPE en perjuicio de los melillenses que se quedan sin plazas.
De lo precios de los billetes aéreos mejor que me muerda la lengua porque no es de recibo ni que los precios de las OSP sean superiores –en proporción de las millas voladas– a los de otras aprobadas en Península ni que la bonificación solo se aplique si vuelas desde Melilla con la misma compañía aérea mientras que a los ceutíes además del salto en helicóptero se benefician de poder usar cualquier compañía que opere desde Jerez o Málaga. Y, por si fuera poco, se sigue permitiendo el abuso en los precios al operador que detenta el monopolio “de facto” al no poderse operar con otro tipo de aviones dadas las características actuales de nuestro aeropuerto en cuanto a longitud de la pista y los sistemas de aproximación. No me vale la excusa de que primero hay que conseguir el “permiso” de Marruecos para poder ampliar la pista. ¡Contra! –por no decir un taco– comiencen ya a tramitar administrativamente lo necesario para ello mientras se “negocia” lo que también sea necesario con el socio estratégico y amigo de España. Menos mal que, al menos, se va a ampliar en 20 m2 la sala de embarque. Esto es lo típico del huevo y la gallina… y así nos va. En vez de buscar soluciones, se ponen pegas y excusas de mal pagador o se mira para otro lado…
Otra cosa buena es que por fin –con bastante retraso– se ha licitado el proyecto de adecuación del antiguo edificio de Correos para uso universitario, aunque el destino de la misma no es el que demandaban los Decanos del Campus de UGR en Melilla y que apoyábamos desde la CEME. A ver cuando se acaban las obras y ya veremos el uso definitivo que se le da. Lo mismo cabe decir del futuro Hospital al que quedan bastantes meses para poder inaugurarlo sin haber empezado a plantear ya en el futuro uso del Comarcal.
No se ha gastado un solo euro para formación de desempleados de los casi cinco millones que se habían presupuestado por el SEPES para los años 2020 y 2021. Y, en el 2022 que ya dependen del Mº de Educación tampoco hay nada previsto. Pocas empresas van a poder venir a Melilla y ofertar puestos de trabajo si no hay gente formada. No hay especialistas para la construcción, ni para instaladores o talleres de reparación, ni para las empresas de juego on-line, ni para turismo, hostelería y mucho menos para las empresas tecnológicas que queremos atraer a nuestra Ciudad. Para muchas de estas, aparte de las habilidades propias se requiere un mínimo de conocimientos en inglés a nivel básico. Muchas promesas de facilitar la instalación de un centro de formación con la Fundación Laboral de la Construcción u otra Escuela similar a las que funcionan en la Península, pero nada de ello se ve concretado y realizado.
Ahora se propone contratar traductores de tamazight en la Administración pública u obligar a los funcionarios a usar esa lengua no autóctona para atender a las personas mayores que no han podido aprender a leer, escribir y –sobre todo– hablar en castellano que, por cierto, es obligatorio para todos los españoles. Mejor sería instaurar programas como el proyecto ‘ALFA’ que viene desarrollando el Colegio La Salle hace años y con bastante éxito, por cierto. Hay empresas de formación con poca actividad, profesores en paro y fondos de sobra en la Ciudad para multiplicar por cinco o por diez o por cincuenta este programa. Si Melilla y Ceuta son los únicos territorios en los que la Educación y la Sanidad son competencia del Estado deberíamos ser un ejemplo de excelencia y de buen hacer en ambos aspectos y me temo que estamos muy lejos de ello.
Por otra parte, es incomprensible que se dejen de invertir o gastar ciento y pico de millones de los presupuestos aprobados por la Asamblea de la Ciudad. Menos anuncios de proyectos en infografías y en videos –muy bonitos, por cierto– y pongan los dineros en circulación licitando proyectos y obras y servicios. Y si no tienen funcionarios suficientes para ello contraten a expertos externos que los hay dispuestos a ello o gestionen mejor los recursos humanos de los que dispone la CAM.
Vamos a dejarnos todos –los políticos y los agentes sociales– de mirar a corto plazo y tirar cada uno por su lado y empecemos a dar pasos en conjunto para salir de esta apatía que nos lleva a estar cada vez más hundidos en el pozo social y económico desde antes de la pandemia y la invasión de la pobre Ucrania. La culpa, por tanto, no es de Putin sino nuestra y de nuestros gobernantes y políticos, sobre todo, de ellos.