Como siempre, y no puede ser de otra forma, mi deseo es que en el futuro tengamos una frontera “fluida y segura” como nunca tuvo que dejar de serlo.
La necesidad de la seguridad en la frontera nos viene impuesta por razones obvias desde que existe el fenómeno de la inmigración irregular y los asaltos masivos -cada vez más violentos- a nuestra ciudad, al parecer, el paso preferido de las mafias que controlan estos movimientos migratorios en esta zona del Mediterráneo.
Y, para conseguirla, se necesitan dos cosas: una, que Marruecos cumpla – y no de forma intermitente como hasta ahora- sus compromisos con la Unión Europea de la que recibe cuantiosos fondos para ello -además de los que le “suelta” generosamente nuestro Gobierno- y que en la “nueva etapa” anunciada por el monarca alauita -y deseada por todos- sea una realidad definitivamente. La segunda -por si no se cumple la primera premisa- es que nuestro Gobierno acelere la finalización de la adecuación del perímetro fronterizo y dote de los medios materiales y humanos a nuestras FCSE encargadas del control en los pasos fronterizos y de reprimir los asaltos en condiciones suficientes para garantizar su seguridad. El incremento de plantilla permanente, su cualificación y calificación profesional -demandada insistentemente por todos los sindicatos de la Policía y asociaciones de la Guardia Civil- debe ser una prioridad de este Gobierno. Inclúyalo, por favor, Sr. Sánchez en su Plan Integral no solo como medida prioritaria, sino urgente.
De la fluidez en la frontera debemos hablar de dos aspectos distintos: el paso de personas y el de mercancías. Empezando por el primero, el tránsito de las personas, como dije en mi anterior artículo, las relaciones familiares, culturales, socio-económicas, festivas y de amistad entre las poblaciones vecinas a cada lado de la “Raya” han sido una constante a lo largo de los tiempos. En Melilla, también.
El debate de si eliminamos o no la actual exención de visados y nos integramos “plenamente” en Territorio Schengen y así se eliminaría el control al embarque hacia la “Peni” y que tanto indigna a algunos que se llegan a considerar españoles “de segunda”, para mí, esconde una falacia. Primero, porque desde el minuto uno de nuestra adhesión, Melilla y Ceuta, junto al resto de España son Territorio Schengen. La excepción de visado Schengen establecida para el pequeño tráfico fronterizo de personas no es única en Europa, pues el Reglamento (CE) número 1931/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de diciembre de 2006 ya establece esa posibilidad para el tráfico fronterizo menor en las fronteras terrestres exteriores de los Estados miembros. Si quieren, eliminen la actual exención de visado y acojámonos a este Reglamento comunitario. El efecto será igual, pero con otra cobertura legal, aunque tanto en un caso como en otro, el control de policía se deberá mantener en la frontera terrestre y en el puerto y aeropuerto, entre otras cosas, para controlar -por exigencia del propio Tratado- que ningún extranjero o inmigrante irregular -sin derecho a ello- pueda acceder al resto de Territorio Schengen.
En ambos casos o si se opta por exigir el visado Schengen “a todo el mundo” habrá que evaluar bien las consecuencias -para los ciudadanos de ambos lados de la frontera- de la decisión a adoptar. Los animo a visitar la página https://www.schengenvisainfo.com/es/ y verán las dificultades que conllevaría para nuestros vecinos de toda la vida el obtenerlo y las limitaciones temporales que tienen los visados. Y, por favor, no sigan algunos confundiendo al personal mezclando el Tratado Schengen que se refiere exclusivamente al tráfico de las personas con la Aduana que está para controlar solo el de las mercancías.
Considero que se debe trabajar -y cuanto antes- en un control más eficaz y rápido en la identificación de los que tienen derecho a entrar en Melilla -con o sin visado- y en conseguir expulsar para siempre a los indeseables que se hayan colado. La propia delegada del Gobierno en Ceuta -y también muchas amas de casa en ambas Ciudades- están deseando que puedan volver las “muchachas”. Más de 1.200 empleadas de hogar en Melilla han dejado de cotizar a la Seg. Social desde que se cerró la frontera, sin contar a las otras muchas que no estaban dadas de alta. Mejor que puedan volver y que coticen todas ellas ¿no? En cuanto al resto de trabajadores transfronterizos, tres cuartas partes de lo mismo. Me encantaría que no se necesitase contratar sus servicios dada la cantidad de parados que tenemos en Melilla, pero la falta de personal preparado en muchos oficios -al no tener formación ni cualificación profesional- conlleva que muchas empresas necesiten contratar trabajadores marroquíes o peninsulares. El trabajo transfronterizo es una realidad incuestionable y una necesidad para muchas personas. No nos tenemos que ir muy lejos: en La Línea de la Concepción, casi 10.000 españoles cruzan a diario la frontera con Gibraltar para trabajar allí al no encontrar un puesto de trabajo para ellos en su comarca.
Hablemos ahora del paso de mercancías. En esta anunciada visita de Sánchez al Rey de Marruecos lo primero que debe poner España encima de la mesa -aunque sea la del “Al Iftar” al que parece ha sido invitado- es el levantamiento inmediato de la prohibición marroquí que, desde el triste día de mi cumpleaños en 2018, impide la importación de mercancías a través de la aduana comercial “BAB MELILLA” (denominación oficial desde siempre para la aduana marroquí con Melilla). El siguiente punto a negociar debe ser el establecimiento de un régimen aduanero “asimilado” al de viajeros que permita el pequeño comercio fronterizo -nada que ver con el absurdamente llamado “comercio atípico”- para que las personas que entren o salgan de Melilla puedan llevarse a sus casas artículos por un valor determinado como hacen todos los turistas y los españolitos que trabajan en Gibraltar o en Andorra al volver a sus casas y viceversa. En el futuro, cuando se desarrollen los Planes Estratégicos e Integrales, y se consiga cambiar la actual estructura económica de Melilla, a lo mejor, podremos dejar de depender casi en exclusiva de la frontera, pero mientras tanto -y a muy corto plazo- necesitamos recuperar ese tráfico comercial para que muchas empresas melillenses, el Puerto y las arcas municipales recuperen algo de lo mucho que se ha perdido estos últimos años.
Si hay voluntad por ambas partes en esta “nueva etapa”, creo que lo que yo pienso de cómo debe ser la frontera en el futuro, se puede conseguir. Ojalá sea así y volvamos a tener una frontera fluida y segura, como nunca debió dejar de serlo, para bien de los vecinos de ambos lados de “Al Hudud” y el desarrollo económico y social de ambos territorios: el marroquí y el de España en Melilla.