Opinión

‘Al Hudud’: La frontera y la aduana comercial

Lo que iba una serie de tres artículos sobre el ayer, el hoy y el mañana de la frontera se está convirtiendo casi en un ‘culebrón’ venezolano, al menos, por la extensión en el tiempo. El tema va a dar para muchos capítulos más, me temo. Este lo escribo el sábado y no espero cambios ni novedades importantes hasta que vea la luz.

Empiezo recordando lo que se incluía en el punto 3 de la famosa Declaración conjunta firmada en Rabat el pasado 7 de abril: “La plena normalización de la circulación de personas y mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”. Si leen solo lo subrayado –referido a la aduana comercial– viene a decir: “La plena normalización de mercancías se restablecerá incluyendo los dispositivos de control aduanero a nivel terrestre”. Blanco y en botella, ¿verdad? Pues al parecer, no.

Lo dicho por nuestro presidente en la rueda de prensa posterior al iftar que disfrutó en Rabat sobre que “las mercancías van a circular con normalidad en régimen de expedición comercial a través de los respectivos puestos aduaneros” no es lo mismo que dicen nuestros vecinos y ni siquiera nuestros propios negociadores porque –según la delegada del Gobierno en Melilla– “la aduana comercial, es un trabajo complejo que ya se inició en su debido momento cuando se produjo ese cierre y que se ha recuperado ahora. Es una cuestión que tiene muchas aristas y se tiene que trabajar de una manera amplia…”

Lo siento, pero no estoy de acuerdo en absoluto: ni se ha recuperado nada aún, ni hay nada complejo ni técnico o aristas que ‘arreglar’ entre ambas administraciones aduaneras. Las expediciones comerciales a través de la aduana terrestre en ambas direcciones se habían venido realizado bajo el control aduanero de ambas administraciones desde 1959 hasta el 31 de julio del 2018 en que Marruecos, de forma unilateral, decidió mediante una circular de su Dirección General de Aduanas –muy astutamente, por cierto– que solo se permitirían las importaciones a través de su puerto pero que ‘de facto’ impedía las mismas a través de la aduana terrestre con Melilla. De hecho, siguieron entrando desde Marruecos por esa misma aduana los productos (áridos, frutas, verduras y pescado) hasta el día que se produjo el cierre fronterizo a causa de la pandemia. Mientras, nuestro Gobierno mirando al tendido y entretenido con la famosa Comisión Técnica que de nada ha servido desde que se formó allá por septiembre del 2018 y se ha reunido presencialmente tres veces en casi cuatro años.

Si desde el año 2010 hasta el 31 de julio de 2018 se realizaron 45.380 expediciones comerciales de importación desde Marruecos (sin contar las de pescados y mariscos frescos que no se declaran informáticamente) y 38.212 declaraciones de exportación y tránsito hacia Marruecos (datos oficiales de la Dependencia provincial de Aduanas en Melilla). ¿A estas alturas nos van a hablar de dificultades técnicas y aristas a pulir? Venga ya, por favor. Nos merecemos un poco más de respeto por parte de nuestros gobernantes y de los de la otra parte de la frontera. Esto es insultar la inteligencia de los ciudadanos.

Por tanto, menos reuniones de grupos de trabajo, menos aristas que pulir, menos frases rimbombantes de buenas relaciones y de que no se van a repetir actos unilaterales por parte de Marruecos –como el falso aviso de que Marruecos abriría la frontera el pasado 14 de abril– y exijan a las autoridades del vecino país que eliminen directamente esa orden que desde finales de julio de 2018 impide las importaciones desde Melilla por vía terrestre.

Que el presidente Sánchez haya ‘entregado la cuchara’ antes de tiempo ofreciendo el cambio de la postura de España –decidido por su persona y consultado solo consigo mismo– respecto a la solución pactada en el ámbito de la ONU sobre el Sáhara a cambio solo de promesas y facilitando la operación ‘Marhaba’ con el coste que ello supone a nuestro Estado al disponer de unos 16.000 agentes de Policía y Guardia Civil dedicados a controlar la misma, el coste de las infraestructuras en los puertos andaluces y los de Ceuta y Melilla (si es que finalmente se incluyen y está abierta la frontera) y sin que se normalice de inmediato el tránsito de mercancías a través de la existente (desde 1959) aduana terrestre con Melilla demuestra la falta de habilidad negociadora por parte española o que estamos cediendo a alguna presión debida posiblemente –vaya usted a saber– al ‘pinchazo’ de los teléfonos de varios miembros del Gobierno español, incluido el de Sánchez. Ambas hipótesis me disgustan y me preocupan.

No sé por qué me temo que el siguiente paso sea permitir –como antes del cierre fronterizo– el paso de las exportaciones desde Marruecos a Melilla –que es lo que les interesa a ellos para ingresar divisas– y del paso de expediciones comerciales desde Melilla, luego ya si eso, lo discutimos en los grupos de trabajo. Espero que los negociadores españoles no caigan en la trampa y que no se admita que entre por la aduana terrestre ni un tomate, ni un langostino de la Mar Chica, ni un grano de arena o grava procedente de Marruecos mientras que no permita pasar mercancías como expedición comercial documentada desde Melilla y se acepten los criterios de control de las personas que fije España –no Marruecos– para que sea posible la seguridad y la fluidez en los pasos fronterizos que todos deseamos.

Por supuesto, a la vez que se acuerdan las condiciones para el control de personas que vayan a cruzar la frontera (manteniendo o no la excepcionalidad del visado), se adecuan nuestros pasos fronterizos con los medios técnicos y humanos necesarios –que me temo va para largo– y los requisitos sanitarios exigibles se debería estar ya trabajando en un régimen ‘asimilado’ al de viajeros que permita el tránsito de las compras que no sean expediciones comerciales –por supuesto, nada de volver al trasiego de bultos– que puedan traer o llevar consigo las personas que crucen la frontera en uno u otro sentido. Por fuentes cercanas al grupo de trabajo en el que se estudia el tema de la aduana comercial sé que esto lo quieren dejar para esa famosa ‘segunda fase’ y que nadie ha explicado en qué consiste y cuándo se pondría en marcha. Y de la anunciada famosa aduana en Ceuta, ni te cuento…

Resumiendo, la ley del embudo bien aplicada: Lo ancho y beneficioso para Marruecos y lo estrecho y la miseria para nosotros. Quedo muy agradecido a nuestro Gobierno por tan grande esfuerzo para poner en marcha esta “nueva etapa sin precedentes”. Faltaría más.

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