Editorial

Al final salió adelante el Carnaval

Pues, finalmente, sí se pudo celebrar el Carnaval este año a pesar de que se temió que se tuviera que cancelar la cabalgata, que es la única actividad que tenía previsto realizarse al aire libre.

Así, después de que el viernes se eligiera a la Diosa del Carnaval y se premiaran los disfraces más originales y emblemáticos entre los adultos en el teatro Kursaal-Fernando Arrabal, este escenario también acogió el sábado el certamen para galardonar a la Diosa infantil y el concurso para esta categoría.

Con estas actividades no había problema, pero el temor estaba en la cabalgata, ya que la Aemet había decretado la alerta amarilla ya no por las lluvias, sino por vientos que se preveía que pudieran llegar a los 70 kilómetros por hora.

Vistas estas circunstancias, la Ciudad Autónoma decidió que la cabalgata fuera estática, igual que ya había sucedido con la de los Reyes Magos.

El caso es disfrutar, aunque no pueda ser de la manera tradicional, y a fe que las calles de Melilla durante la tarde-noche estuvieron rebosantes de personas presenciando con inusitado entusiasmo la cabalgata, aunque fuera sin movimiento.

Sí que recorrió la Avenida Juan Carlos I Rey el grupo de pasacalles que contribuyeron a ambientar y a dar colorido a Melilla durante una tarde-noche en la que no llegó a llover y el viento no fue tan intenso como se preveía.

La gente, a juzgar por sus caras, sus gritos y sus risas, disfrutó de lo lindo, y eso, al fin y al cabo, es lo más importante.

Y es que el Carnaval es una de las festividades más esperadas del año: llena las calles de las ciudades de color, música y diversión, ofreciendo a todos sus participantes la posibilidad de convertirse, sólo por un día, en cualquier cosa, o simplemente disfrutar de un espectáculo sin igual.

Y, contra lo que se pueda pensar, no se puede decir que sea una fiesta nueva. Ya se celebraba en el Imperio egipcio, en Grecia o en Roma, si bien se hacía para honrar a los dioses, ya fueran Dinisos o Pan en Grecia, Saturno o Baco en Roma o Isis en Egipto.

El cristianismo heredó esta tradición, que se mantuvo incluso hasta la Edad Media y, desde entonces, se ha convertido en una de aquellas celebraciones que han logrado sobrevivir al paso del tiempo y adaptarse a los cambios de las sociedades hasta llegar a la actualidad.

Claro que hoy en día nada es como era antes y el Carnaval ya nada tiene que ver con lo religioso. Ahora se celebra en buena parte del mundo, siendo probablemente Venecia (Italia) y el de Río de Janeiro (Brasil) los lugares más conocidos por sus carnavales. En España destacan los que se llevan a cabo en las Canarias y, por supuesto, los de Cádiz.

Pero Melilla no quiere perder comba y cada año renueva su entusiasmo y su ilusión por esta fiesta, que cada vez se populariza más entre sus ciudadanos. Por eso era importante celebrarla. Misión cumplida, por lo tanto.

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