“Dios va a quemarte, maricón” es uno de los insultos que recibió Amin (nombre ficticio) antes de ser agredido brutalmente en la plaza de Torres Quevedo el pasado sábado por la noche por su condición homosexual.
Con la denuncia en una mano y el parte médico en otra, explicó a El Faro que salió a pasear esa noche aprovechando que había ambiente de feria y tras acudir a los eventos celebrados en la plaza de las Culturas, se acercó a la plaza Torres Quevedo para comprarse un bocadillo en un conocido establecimiento de la zona.
Una vez comprada la cena, se sentó en un banco de la plaza para comérsela y un joven que estaba cerca empezó a increparle sin más. “Hijo de puta”, “te han dado muchos derechos aquí maricón”, “mereces la muerte por pecador”, “dios te va a mandar al infierno”, “esta ciudad es para musulmanes”, “si quieres mariconear vete con los pecadores” o “cada vez que te encuentre te daré golpeas hasta que cambies de opinión”, espetó el agresor. Amin subrayó que él no se dirigió al joven en ningún momento e intentaba no mirarlo. También evitó hablar con él en árabe o tamazigh, pues aseguró que podría ser peor.
Llegando al punto incluso de escupir hacia Amin, este último decidió llamar a las 00:38 horas del domingo al 112. Allí le derivaron a la Policía Nacional y los agentes le indicaron que se dirigían hacia allí. Sin embargo, en el tiempo de espera, el agresor empezó a golpearle brutalmente y no paró hasta que Amin cayó inconsciente durante al menos dos minutos. Afectado aún por los golpes, pudo escuchar cómo había alguien que le dijo al agresor: “No escapes, te conozco”. Cree que el joven intentó huir porque parecía que él estaba muerto en el suelo.
Se levantó y a las 00:48 horas, Amin volvió a llamar al 112 y pasó por el mismo proceso. Mientras llegaban las autoridades, al agresor le dio tiempo a llamar a sus amigos y estos llegaron en coche antes que la Policía y le pidieron por favor que no denunciase, pues al parecer, el joven está viviendo con su familia en un barrio céntrico de la ciudad, pero sin la documentación necesaria. Amin señaló a El Faro que el agresor le aseguró que no le importaba hacerle daño porque se podía ir nadando a Marruecos.
Una vez que llegó la Policía, Amin tuvo la sensación de que le querían quitar importancia al asunto, como si se tratase de una pelea entre dos personas sin más. Pero él estaba seguro de que se trataba de una agresión homófoba y estaba decidido a denunciarlo. “El chico tiene la costumbre de escupir”, le dijo un agente a Amin a pesar de estar con sangre en la boca. Le espetó al agente “¿entonces el chicho escupe con la boca y con la mano?”. El policía no supo qué decirle y solo le preguntó si iba a denunciarlo.
“Quería matarme”, denunció Amin con la voz entrecortada. La Policía le dijo que se cogiera un taxi y fuera al hospital, pero Amin les dijo que qué taxi no le iba a llevar en el estado en el que se encontraba, además de que apenas podía moverse del dolor que tenía.
Finalmente lo trasladaron al hospital y en Urgencias se encontró con el agresor, al que sus amigos habían llevado en coche. “Ahí empezó a amenazarme también, hasta que llamé a la enfermera y avisaron a Seguridad. “Quería pegarme allí también”, dijo.
En el parte médico figura que, de los golpes, sufrió una policontusión, contusión mandibular del maxilar izquierdo, contusión temporal izquierda, contusión cigomática izquierda y contusión externa de la rodilla derecha. Tenía toda la mandíbula inflamada y a día de hoy tiene lesiones visibles todavía. Hasta ahora había sufrido violencia verbal, nunca le habían agredido. Llegó a Melilla hace dos años desde Marruecos como solicitante de asilo y ya tiene su residencia y lleva una vida como cualquier otro ciudadano, o eso intenta.
Ahora tiene miedo del agresor y no sale a la calle a no ser que sea estrictamente necesario. Se tapa el pelo para evitar ser reconocido. Tras la denuncia, tiene que esperar a ser llamado desde el juzgado. No sale de casa por la amenaza que le hizo en Urgencias asegurando que le iba a agredir si se lo volvía a encontrar en la calle y que después se iría nadando a Marruecos.
“No lo conocía, nunca lo había visto”, aseguró Amin sobre el agresor. Subrayó que hay una diferencia entre la violencia verbal y física. Matizó que la verbal la sufren continuamente en Marruecos, pero que en Melilla la situación es peor. “Aquí hay más (violencia verbal) que Marruecos”, recalcó.
“Partimos de la base de que Melilla es una ciudad conservadora con mayoría musulmana; al final es todo lo que se asemeja a Marruecos siendo España”, señaló a El Faro Hajar Lagranja El Kotri, trabajadora social de Amlega acerca de la última agresión homófoba a un residente de Melilla.
Y es que, según explicó, “las personas (LGTBI) que vienen solicitando protección internacional sufren incluso peor que en su país de origen; ellos no consideran Melilla de España porque llegan aquí y siguen sufriendo las mismas agresiones, la misma violencia, la misma homofobia y al final caemos en lo mismo: ¿Hasta qué punto se ampara a estas personas y se les protege cuando ellos vienen a solicitar un asilo”, expresó.
Lagranja subrayó que desde Amlega denuncian todas estas situaciones y luchan en contra de ellas. Cree que si en España están reconocidos estos derechos, se debería trabajar más en la protección de este colectivo, recalcando que estas personas tienen la dificultad añadida de que llegan huyendo de otro país y se sienten desprotegidas por parte de las autoridades.
Una solución, cree, sería crear un espacio seguro para ellas y escucharlas para conocer la realidad que viven estas personas en su día a día porque muchos lo desconocen.
Explicó que el día a día de este colectivo, desde que salen de casa hasta que vuelven, lo pasan con insultos, homofobia, con agresiones como la última. Piensa que este hecho no puede considerarse como un delito leve y critica que esto deriva en que se normalice estas situaciones. Aseguró que no son pocas las agresiones, orales o físicas,que registran al año desde el observatorio que tienen.
Por el perfil, señala que las personas mayores homófobas no llegan a la agresión física, pero en el último caso ha sido un chico joven el que ha agredido a un hombre homosexual.
Por ello cree que debería educarse más en igualdad, respeto y libertad porque si se está etiquetando en todo momento la orientación sexual heteronormativa, se pierden todos los matices que hay. Señaló que desde Amlega intentan concienciar, pero si hay personas que salen de casa con una realidad muy marcada y “hay un mundo amplísimo a su alrededor, ellos van a seguir estilando lo que han visto en casa”. Expuso que muchos melillenses que siguen sin poder ser ellos mismos, ya sea por el entorno o la sociedad y ahí el miedo juega un papel muy importante, por lo que acaban llevando una vida heteronormativa.
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