Un hombre podría ser condenado a una pena de cinco años de prisión como supuesto autor de un delito de robo con violencia e intimidación y de otro leve de lesiones. Según describe la Fiscalía en su informe, el encausado se subió a un taxi y lo pidió que lo llevase a una calle sin salida del Monte María Cristina. Una vez allí, según la versión mantenida por la acusación, intentó robarle el vehículo y lo agredió utilizando una raqueta.
Estos hechos, que supuestamente tuvieron lugar el pasado 16 de junio, sobre las 6:30 horas, fueron enjuiciados el jueves en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla. El procesado llegó a la vista esposado después de que fuera trasladado desde el centro penitenciario. Aseguró que él no tuvo nada que ver con el robo y las lesiones que se le imputan por parte de la Fiscalía.
“Yo nunca haría ese daño a nadie, no soy una persona conflictiva”, manifestó el hombre. Según sostuvo, cuando los hechos tuvieron lugar él se encontraba en su casa durmiendo, con su mujer y su hijo. Dijo que su esposa no pudo asistir al juicio para confirmarlo puesto que se encontraba en Málaga, donde tiene a un familiar enfermo.
Además, el procesado apuntó que él no necesitaba robar dinero puesto que cuando se produjeron los hechos él tenía trabajo como constructor. Por otro lado, señaló que él tiene problemas psiquiátricos y que desde que ingresó en prisión de forma preventiva por esta causa no ha recibido tratamiento.
El taxista que fue víctima del robo declaró detrás de un biombo, de modo que no pudiera ser visto por el encausado. Según relató, estaba en la parada Cándido Lobera cuando se subió en su vehículo el acusado, que primero lo mandó a una dirección y después le pidió que lo llevase a una calle sin salida del Monte María Cristina.
El hombre explicó que el encausado se bajó de su taxi y le dijo que volvía en seguida. Se dirigió hacia unas escaleras, donde había un par de personas. Entonces, regresó con una raqueta y le dijo que dejase las llaves puestas del coche. “Ya sabes lo que hay”, fue lo que supuestamente le dijo para que entendiese que si no le daba el vehículo le iba a propinar una paliza.
El taxista se guardó las llaves en el bolsillo y el encausado comenzó a agredirlo con la raqueta, propinándole varios golpes en diversas partes del cuerpo. Además, se llevó su teléfono móvil y su cartera, en la que llevaba unos 80 euros, siempre según la versión de la víctima. “Me ha hecho un agravio muy grande”, lamentó el hombre en el juicio.
En la vista también declararon tres agentes de la Policía Nacional. El primero de ellos contó que se personó al lugar en el que ocurrieron los hechos y unos vecinos le dieron el mote de la persona que supuestamente ejecutó el robo. “Nos lo gritaron desde una azotea”, dijo.
El segundo agente y el tercero afirmaron que intervinieron en la detención del procesado. “Lo reconocimos en el Rastro y sabíamos que tenía un delito de robo con violencia”, recordaron. Según dijeron, el procesado, al percatarse de la presencia policial, emprendió una huida a la carrera.
Tras escuchar todas las declaraciones, la fiscal del caso solicitó que el hombre fuera condenado a cinco años de prisión y a una multa de 400 euros. Además, pidió que abonase al taxista 150 euros por los efectos robados y otros 390 euros por las lesiones que sufrió.
En su derecho a la última palabra, el encausado defendió que era inocente. Según dijo, huyó de la policía “por miedo de algo”, pero no por que hubiera tenido algo que ver con el robo.