Opinión

El aeropuerto de Melilla se olvida de que está en Melilla

Melilla está al rojo vivo con el cambio de nombre de nuestro aeropuerto, que a partir de ahora pasará a llamarse Virgilio Leret, en homenaje al primer oficial fusilado de la Guerra Civil española.

La polémica está servida. No es que una víctima de la Guerra Civil y además inventor reconocido, no merezca un recordatorio como éste. Claro que lo merece, pero hay melillenses que creen que el guardia civil Antonio Molina, asesinado por ETA en 2002, habría merecido aún más tan alta distinción. Sobre todo, porque era de Melilla y Virgilio Leret nació en Navarra.

Pero claro, sería retorcido honrar a una víctima de los etarras y pactar en el Congreso de los Diputados con Bildu. En esto hay que reconocer que los socialistas han sido coherentes.

Me pregunto: si Cartagena ha homenajeado a Isaac Peral, por qué Pamplona, la ciudad natal de Leret, no ha hecho lo mismo con el inventor del motor a reacción. Seguramente le debe el tributo que Melilla le concede.

Aquí somos muy generosos. Cuando algo no encaja en Navarra, lo recibimos con los brazos abiertos en Melilla. No olvidemos que tenemos enterrado en nuestro cementerio al general golpista José Sanjurjo porque Pamplona ordenó su exhumación forzosa. Al final no nos quedará más remedio que hermanarnos con esa ciudad. Nos debe ya dos grandes favores.

Como era de esperar, la noticia del cambio de nombre del aeropuerto local ha caído como un jarro de agua fría en los mentideros políticos. Es más, a algunos melillenses les ha faltado tiempo para abrir una recogida de firmas en Change.org para que el aeropuerto pase a llamarse guardia civil Antonio Molina.

Esto es un desaire muy feo que podía haberse evitado haciendo una consulta popular sobre el nombre del aeropuerto o, al menos, poniendo este tema encima del debate público e intentando llegar por consenso a un acuerdo sobre el nuevo nombre, si es que de verdad urgía renombrarlo.

Pero eso sería mencionar la cuerda en la casa del ahorcado. Si nuestros políticos no son capaces de hablar entre ellos dentro del tripartito, cómo van a querer hablar con el resto de decisiones que, a simple vista, pueden parecer triviales.

Que a estas alturas nos digan que Ábalos vino a Melilla en su vuelo relámpago a hablar del nombre del aeropuerto da mucho, muchísimo miedo. Fíjense, el ministro que recibió a la representante de la narcodictadura de Maduro en Barajas, saltándose los vetos de la Unión Europea, nos visita y no nos habla de incrementar el número de viajes en barco o de bajar los precios de los billetes. Viene a hablar de Virgilio Leret. Pásmate.

Y a Sabrina Moh no le duelen prendas en reconocerlo. No sé si lo hace por torpeza, por ignorancia o porque sólo piensa en elevar los niveles de hemoglobina (glóbulos rojos) entre el electorado.

No entiendo qué necesidad había de someter la memoria de Leret a este desgaste mediático. No es justo con él ni con sus descendientes. ¿De verdad pensaban que iban a colarle a Melilla este golazo por toda la escuadra y nadie iba a notarlo?

Esto pasa por la mala costumbre que tienen nuestros políticos de no consultarnos las cosas a los ciudadanos que somos los que votamos. Funcionan por la vía de hechos consumados y esperan que nos quedemos como si no hubiera pasado nada. Nos subestiman.

Yo creo, sinceramente, que en una España crispada, este tipo de decisiones tensan aún más la cuerda. Ya quitaron la estatua de Franco, que bien quitada está, y lo más sensato habría sido esperar un poco para tomar otra decisión con la adarga al brazo. Al final, nos van a conocer en España porque estamos hechos polvo… pero rojo.

Es una pena que hoy tengamos que estar hablando de esto porque deberíamos seguir hablando de las vacunas prometidas por el Gobierno central que no han llegado a Melilla pese a que la gente se nos muere y se nos contagia de coronavirus sin que veamos un ápice de vergüenza en nuestros gestores públicos.

Sin que sirva de precedente, hoy le doy la razón a Imbroda. Esto es un distractor para que dejemos de hablar de la pésima gestión de la pandemia o de la apertura del interior de los bares que se ha marcado el PSOE de Melilla a imagen y semejanza de lo que critica el mismo partido en Madrid. Mohand se ha inspirado en Ayuso y ha dado un espaldarazo a la restauración de esta ciudad. Qué menos que el sector le ponga su nombre a alguna paella.

Una ciudad como la nuestra con tantas opiniones encontradas y callejones sin salida no debería apostar por decisiones que encienden los ánimos. No hay necesidad de poner a rabiar la gente. ¿Por cierto, de quién fue la idea de cambiarle el nombre al aeropuerto?

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