Todavía, no hace muchos meses, se veía por las calles de Ceuta al general Antonio Velázquez Rivera tomando un café y conversando con sus amistades en las céntricas cafeterías del centro de la ciudad. Tras despedir hace apenas dos meses a su esposa, María del Carmen López de Soria, llega al final de una vida que ya forma parte de la historia del Ejército español.
Ha fallecido tranquilo, sereno, "como él quería, en su casa y rodeado por sus hijas y por quienes le queremos y le admiramos", cuenta con la voz entrecortada su hermano Ignacio Velázquez, también médico militar anestesiólogo y conocido por haber sido ex presidente de Melilla.
Y lo ha hecho en Chiclana, hasta donde ya está llegando toda la familia para despedirle esta tarde, a las 19.00 horas. "La muerte de su mujer supuso un golpe moral y afectivo muy fuerte", explica Velázquez, "él era un hombre muy vitalista, de hecho ha vivido siempre en los puestos de mayor riesgo y fatiga". Además, tenía desde hace tiempo una patología con la que convivía y que implica una pérdida importante de plaquetas.
Aunque ser uno de los pocos españoles que participó en la Guerra de Vietnam, donde estuvo de misión como médico cuando todavía no se realizaban las misiones internacionales que hoy conocemos, ha sido el capítulo de su vida más conocido públicamente (de hecho sus vivencias aparecen en el libro 'Por qué no participamos en Vietnam' y en un documental), el general Velásquez es posiblemente el general médico más condecorado del Ejército español, tal y como recuerda su hermano quien destaca también su paso por lugares como Mauritania, Guinea o Argelia.
"Sus últimos destinos fueron como jefe del Escalón Médico de la Unión Europea en Estrasburgo y como director del Hospital San Carlos de San Fernando", detalla.
Dedicado a su profesión, "siempre al servicio de la Patria", no solo fue buen militar y buen médico, sino que fue un excelente esposo, padre y hermano. "Jamás descuidó a su familia", resalta su hermano a la par que destaca la "gran fortuna" que él mismo tuvo "porque pude aprender mucho a su lado".
El general Antonio Velázquez se despide físicamente, pero deja un incalculable legado histórico y, sobre todo, un gran legado humano.
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