l Antonio Guevara peleó durante años por Aspanies. Siempre puso por delante el interés de la asociación y trabajó por el colectivo sin buscar protagonismo.
No tenía a nadie directo con discapacidad intelectual como para haberse embarcado en esta aventura, aunque conocía las dificultades del colectivo por un familiar. Podría no haberse implicado y ver los toros de la barrera. Pero siempre pensó que todo se podía mejorar y esta norma la aplicó a todos los ámbitos de su vida. Comenzó a luchar por las personas con discapacidad y no dejó nunca esta misión que se había propuesto. Incluso cuando tuvo que desligarse del colectivo porque surgieron problemas familiares que demandaban su atención por completo, él estaba de voluntario en gran parte de las actividades que se organizaban para estas personas con discapacidad. Era un hombre tranquilo, sosegado, que escuchaba a todo el mundo, no sólo por educación, sino porque pensaba que todos debían hacer su aportación y que éstas eran buenas para la asociación. Ahora toca decir adiós. Sus familiares, sus amigos, sus discípulos, sus compañeros de lucha social, sus conocidos y todos los que tuvieron la oportunidad de estar con él unas horas le echarán de menos.
Antonio Guevara Manzanares fue presidente de Aspanies durante seis años. En aquellos tiempos, finales de los 90, las cosas estaban bastante revueltas en la cuidad. Supo mantener a la asociación fuera de las idas y venidas de los políticos y defendió con argumentos y un trabajo pacífico, pero luchador, al colectivo de personas con discapacidad intelectual.
Fue uno de los socios fundadores de Aspanies, pero no se hizo cargo de la presidencia hasta más tarde, justo cuando nadie quería tener tanta responsabilidad.
Guevara reconoció que no tenía formación para emprender esta pelea social para que la ciudad reconociera los derechos de las personas con discapacidad, pero se rodeó de personas que conocían a este colectivo de personas, así como de familias melillenses que son las que día a día se enfrentan a los prejuicios sociales y a la falta de recursos con las que atender a sus seres queridos.
Cuando Aspanies se fundó a penas se organizaban actividades recreativas y festivas, aunque gracias a las manos y gestiones de Guevara se consiguió mucho más, desde un nuevo local a recursos suficientes como para iniciar talleres dignos de un centro ocupacional para el que se contó con los primeros trabajadores profesionales.
Era un hombre honesto, modesto, de esos que huían del protagonismo y que situaba siempre delante de cualquier interés y objetivo a la asociación. Quizás éste sea uno de sus grandes legados. Sus compañeros destacan que les enseñó a contar con todas las voces y dar importancia a cada una de ellas, aunque no estuviera de acuerdo con los argumentos. También aprendieron de Guevara su inconformismo, es decir, era un hombre que siempre sentía que se podía haber hecho mejor la actividad o el proyecto que tenían entre manos.
Las horas dedicadas a Aspanies fueron voluntarias. Carlos Esteban, actual presidente, indicó que siempre hacen falta hombres como Guevara, es decir, que llegaron sin hacer ruido, que se fueron sin hacer ruido y que dejaron a cambio de todo sus esfuerzo, muchos objetivos y metas conseguidos, como la creación de CERMI.