Los de Andrés García Tébar merecieron mejor suerte en una eliminatoria que quedó marcada en el partido de ida disputado en Álvarez Claro, donde el resultado final fue de 1-1.
No pudo ser. Por segundo año consecutivo la UD Melilla se ve apeada de la lucha por el ascenso a las primeras de cambio. Una auténtica lástima ya que este año el equipo azulino trasmitía ilusión a raudales tanto por la calidad del plantel como por la dinámica ganadora con la que llegó al play off de ascenso.
Además, el equipo llegaba a esta primera eliminatoria con la experiencia de la pasada y con el objetivo de llegar lejos pero en el fútbol, cuando un equipo se juega parte de la temporada en 180 minutos, los errores y aciertos cotizan muy al alza. Está claro que todos sabían de la importancia de cometer el menor número de errores posibles porque este tipo de eliminatorias se suelen resolver por mínimos detalles como así ha ocurrido con la eliminación del Melilla.
El Melilla, ante el Alavés, demostró ser un equipo con hechuras. Un equipo al que le gusta tener la posesión de la pelota y un equipo con recursos aunque a lo largo de esta fase no supo aprovecharlos al máximo. No hay nada que reprochar a un grupo de jugadores que se dejaron la piel y el alma en el campo porque justo es de reconocer el derroche físico y la entrega de todos los que participaron en esta nueva aventura por salir del pozo de la Segunda B.
La UD Melilla lo intentó a lo largo de los 180 minutos que duró el enfrentamiento ante un equipo como el Deportivo Alavés, ‘El Glorioso’ como lo llaman sus seguidores, que afrontó el cruce ante los azulinos inmersos en una importante crisis de juego y resultados así como envuelto en una grave crisis económica y con la sensación de que poco tenía que hacer ante un rival del potencial del Melilla que presentaba unos números que asustaban. Los azulinos mostraban unas credenciales de impresión. Sobre todo en el último tramo liguero en el que los de García Tébar sumaron 28 puntos de 30 posibles. Un equipo que acabó la fase regular con sólo ocho derrotas y 28 goles en contra. Un conjunto que a lo largo del campeonato fue capaz de dejar su portería a cero en 18 partidos, de ellos en seis ocasiones en las últimas diez jornadas en las que además consiguió perforar el marco contrario en 20 oportunidades. En definitiva, unos datos que justificaban la confianza que todos, incluidos los principales protagonistas, tenían en continuar avanzando hacia el deseado ascenso.
Pero el destino quiso que fuera el equipo vasco el que obtuviera el premio de seguir en busca de un sueño que se antoja harto difícil, sobre todo después de ver el potencial de un rival venido a menos. A la hora de la verdad; en el momento más inoportuno las cosas no se desarrollaron como en principio se esperaba. Primero, y sin desmerecer el trabajo aportado por los que estuvieron y sin que sirva de excusas, la suerte jugó una mala pasada al cuadro melillense con la inoportuna enfermedad del zaguero Javi Herreros y con la lesión de Chota. Dos jugadores cuya ausencia se ha podido notar más de lo deseado debido quizá a las características del conjunto alavés. Nadie duda de que la envergadura y la pelea así como el estado de forma en el que se encontraba el delantero melillense le hubiera venido más que bien a los de García Tébar. Pero aún así, a nadie se le escapa que el Melilla dejó escapar vivo de Álvarez Claro al conjunto albiazul sobre todo en una primera mitad algo decepcionante de los de Tébar en la que quizás se respetó demasiado al rival y esto pudo contribuir a insuflar ánimo al cuadro de Álvarez Tomé que conforme pasaban los minutos fue acrecentándose como equipo pero a pesar de ello, los melillenses pasaron por encima de los alavesistas como una apisonadora en una segunda mitad en la que, prácticamente y visto lo visto, debió quedar resuelta la eliminatoria.
No fue así y la vuelta, en feudo vasco, se decantó de manera favorable para los Ivón Malón y compañía en un partido en el que, de nuevo, los unionistas fueron mejores; pusieron el fútbol, el juego colectivo y la calidad pero carecieron de mordiente en ataque. El Alavés, que acabó totalmente roto, aprovechó una de las dos ocasiones que tuvo en todo el partido para adelantarse en el marcador y hacerse con el pase a la siguiente ronda. Fútbol es fútbol como diría aquél pero en este caso premió al que menos expuso.
Los de Tébar, con más de una hora por delante, no estuvieron al nivel habitual pero hicieron méritos suficientes para, como mínimo, conseguir la igualada. Hecho que de haber ocurrido habría decantado el encuentro de forma descarada hacia el bando norteafricano ya que hubiera supuesto el hundimiento definitivo del cuadro de Mendizorroza que al igual que ocurrió en Melilla, esta vez sin la excusa de la temperatura, acabó físicamente muerto.
El Melilla no se acercó a sus números y en esta ocasión sólo hizo un gol en dos partidos y por contra encajó dos; uno por partido. Cosa poco habitual en los últimos tiempos y que supuso la primera derrota en las doce últimas jornadas que a la postre significó la despedida de un equipo que tiene, como decía su técnico, alma, corazón y espíritu pero al que aún le falta algo para ser determinante en situaciones como estas. Quizás le falte 'duende'.De la historia no se vive, aunque la suerte cae en demasiadas ocasiones de parte de esta. Hoy por hoy el Melilla es mejor que el Deportivo Alavés y si tuviéramos la oportunidad de retroceder en el tiempo, hasta el momento del sorteo para la primera ronda, éste que suscribe pagaría porque a la UD Melilla le volviese a tocar la bolita del conjunto vasco. Seguro que no soy el único que piensa así.
La UD Melilla y su afición, que despertó de su letargo en los dos últimos partidos celebrados en el Municipal y que demostró que quiere fútbol, a ser posible del bueno, deben digerir lo antes posible el inesperado mazazo recibido y pensar ya en la próxima temporada. La entidad azulina debería, cuanto antes, ponerse manos a la obra y decidir si continua con el proyecto diseñado para tratar de atar a los jugadores que han demostrado su valía y, al contrario que la temporada pasada, retocar lo menos posible el actual ya que éste sólo necesitaría cinco o seis jugadores de contrastada calidad para volver a estar, de inicio, entre los favoritos de esa hipotética parrilla de salida en el próximo curso.
De los cuatro participantes del Grupo IV en los play offs de ascenso, sólo el Sevilla Atlético seguirá inmerso en él ya que a la UD Melilla le acompañó en la despedida el Cádiz CF. Otra sorpresa inesperada sobre todo después del magnífico resultado conseguido en el Ramón de Carranza donde los de Jose González consiguieron un esperanzador 2-0 en el marcador pero el Mirandés convirtió su feudo en una olla a presión que pudo con el árbitro y con el cuadro gaditano que cayó en el último suspiro. El Real Murcia tampoco sigue en el play off pero por una causa bien distinta. Los pimentoneros hicieron bueno el 2-0 de La Condomina ante el CD Lugo y a pesar de caer derrotados ante los de Quique Setién (1-0), la próxima temporada estarán, de nuevo, en la División de Plata del Fútbol Español. Enhorabuena.
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