El joven procesado dice que este familiar le pidió el favor de cruzar con su vehículo a Melilla.
“Me la ha jugado”, aseguró un joven melillense en el juicio que se celebró contra él en la Audiencia Provincial por un delito de tráfico de inmigrantes. Los hechos ocurrieron en diciembre de 2011. Explicó que habitualmente acudía a un gimnasio de Beni Enzar y el día de los hechos se encontró con un primo suyo en la frontera. Éste le pidió que pasara su coche a Melilla, pero en el vehículo había escondidos tres inmigrantes que su primo no le mencionó. La Guardia Civil halló a dos mujeres subsaharianas en el maletero y a un hombre en el salpicadero.
El joven explicó que el segundo acusado era el supuesto cómplice de su familiar, pues en la cola para entrar a Melilla, “le guiñó un ojo a mi primo”, dijo.
Además de los tres inmigrantes localizados en el vehículo que conducía el joven acusado, los agentes descubrieron que las placas de la matrícula correspondían a otro coche, por lo que dedujeron que habían sido robadas.
El segundo acusado explicó que, efectivamente, le robaron las matrículas de su coche y finalmente no lo denunció porque estuvo haciendo gestiones en la Policía Nacional, la Guardia Civil y en el depósito municipal de vehículos sin obtener una explicación de cómo tenía que proceder para interponer la denuncia, solicitar unas nuevas placas y recuperar su vehículo. “Me cansé de ir de un sitio a otro y lo dejé”, zanjó.
Los testigos
Los guardias civiles explicaron al tribunal que, efectivamente, hallaron a dos mujeres en el maletero y a un hombre en el salpicadero. Todos ellos de origen subsahariano. Ambos agentes explicaron que el conductor estaba “muy nervioso”, durante la inspección y que lo único que decía es que venía del gimnasio y su primo le había dejado el coche para entrar a Melilla como un favor.
Los inmigrantes no acudieron al juicio, pero la secretaria judicial leyó las declaraciones que los tres hicieron ante la Policía y en el Juzgado. Solamente uno de ellos dijo conocer al joven acusado como una de las personas que le ayudó a meterse en el habitáculo del salpicadero. Las dos mujeres explicaron que se metieron en el maletero del coche estando en un garaje “con poca luz”, por lo que no podían reconocer a las personas que había allí en ese momento. El caso quedó visto para sentencia.
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