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Acicalando a los difuntos

Los melillenses se acercan a poner flores y a limpiar las tumbas de sus seres queridos antes de volver a visitarlos el Día de Todos los Santos.

Cubos con agua, cepillos y flores. Sobre todo, claveles. En la tarde de ayer, decenas de melillenses se acercaron al cementerio de la Purísima Concepción para visitar los sepulcros de sus seres queridos, pero también con la intención de adecentar las lápidas y depositar flores sobre las tumbas.
Mañana es la festividad de Todos los Santos y estas personas retornarán al camposanto para honrar de nuevo a sus muertos. Pero, en esa ocasión, rezarán sus oraciones ante una sepultura con una imagen más alegre, si es que este adjetivo puede aplicarse de alguna manera al interior de una necrópolis.
Se acercan las 18:00 horas, momento en el que se procede al cierre del cementerio. Queda poca gente dentro y el enterrador no tiene prisa por que abandonen el lugar. “Hoy ha venido poca gente. Mañana vendrá mucha más y también el domingo”.

Menos afluencia
En términos similares se expresa un florista cuyo puesto se sitúa ante la entrada al cementerio. “Este año calculo que ha venido la mitad de las personas que vinieron el año pasado en la misma fecha. Según su opinión, son sobre todo “los jóvenes” quienes “están perdiendo la costumbre de visitar a sus muertos”.   
Tiene buena parte de razón. Paseando entre los nichos y tumbas, se ve gente adulta, en especial a varios mayores. También hay algunos niños que acompañan a sus padres y abuelos.
Una pareja de mediana edad cuenta a El Faro que suele visitar a sus muertos “más o menos cada semana”. Ayer se acercaron al cementerio para dejar todo preparado para el domingo.
“Hemos limpiado las lápidas y traído ramos de flores”, explica la mujer. ¿Qué flores? “Claveles”. ¿De qué color? “Rojos. Nos parecen más bonitos”.
A la salida, dos señoras mayores descienden la escalinata de acceso al camposanto. También han venido a adecentar las tumbas de sus deudos. Afirman venir con frecuencia, pero la jornada de ayer era especial, y más especial será la de mañana.
Las dos señoras van acompañadas de una pariente joven que las ha ayudado a adecentar las tumbas. También han colocado claveles rojos sobre las lápidas. ¿Por qué no claveles blancos? “Porque el rojo es un color que expresa mucho más”, responde una de las señoras. “Es el color del amor, la pasión. Una forma mejor de recordar a nuestros seres queridos”.

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