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Abuelos, esos héroes que curan heridas y dejan ver los dibujos

 Llega la Semana Santa y con ella, 15 días de vacaciones para los peques. Muchos abuelos melillenses se harán cargo de sus nietos. Si ellos no se podría superar la crisis.

Viven juntas de forma esporádica. Siempre que una de ellas tiene vacaciones, se coge unos días, hace su maleta y se lleva algunos de sus muñecos y juegos favoritos a la casa de la otra. Les encanta. Se monta una fiesta cada vez que ocurre esto. Son mucho más que amigas y la edad no es una barrera para ellas. Se adoran, se hacen compañía y se divierten juntas. También discuten de vez en cuando, sobre todo, cuando una de ellas quiere ver los dibujos y la otra el informativo, por aquello de enterarse de lo que pasa el mundo.  
Paula e Isabel son nieta y abuela. Ellas son el ejemplo de una situación que se va a dar mucho estos días en los hogares melillenes, abuelos que se quedan cuidando de los nietos porque los padres no tienen vacaciones y les es imposible pagar una guardería o a una persona para que echen un vistazo a su prole. Los abuelos, imprescindibles hoy en día más que nunca, pues el nivel adquisitivo de las familias ha bajado. Ellos hacen gratis un trabajo que no está pagado ni con el mejor sueldo del mundo, educar a los melillenses del futuro. Curan heridas, besan las manos de sus nietos cuando tras tropezar se hacen rozaduras en las palmas y se enteran de la hora en la que se emite ‘Dora la exploradora’ o ‘Bob Esponja’ para ver estos dibujos juntos. Porque no encuentran una satisfacción mayor que la de ver a sus nietos sonreír.
Isabel afirma que no es lo mismo criar a un nieto que a un hijo. Ella ha tenido que dejar sus labores en la Asociación de Amas de Casa de Melilla para echar una mano a una de sus hijas. Asegura que no le pudo decir que no, pues sus cuatro hijos se portan con ella como los mejores del mundo. Además, cuidar de Paula es un placer.
Ella, de joven, intentaba llevar a sus hijos rectos como una vela, pero con Paula las cosas son distintas. Si se le puede dar algún caprichillo, se le concede, y si esta pequeña de cuatro años desea bajar al centro en autobús, pues Isabel cede y deja el coche aparcado en casa para dar una vuelta en la COA con su linda nieta.
Esta orgullosa abuela destaca que Paula utiliza un lenguaje y una forma de decir las cosas que muchas veces la deja sin palabras. No sabe si todos los niños de la edad de su nieta son así de listos, pero sonríe cuando dice que aprende mucho de ella cada día que pasan juntas.
Paula le pone deberes, es decir, hace unos dibujos y le deja los lápices a su abuela para que los coloree. También van de la mano a los mandados e incluso a tomarse un refresco con las amigas de Isabel.
Durante el curso escolar, Paula acude al aula matinal, es decir, que los padres la dejan en el ‘cole’ a las 8:00 horas y la pueden recoger a las 15:00 horas. Pero cuando llegan las vacaciones, como estos 15 días por la Semana Santa, los padres de Paula no tienen dónde dejar a su hija de cuatro años. Daniel, que es el pequeño de esta familia, va a una guardería de pago, que no cierra estos días, pero ¿qué hacen con Paula si los dos tienen que trabajar y no les llega el dinero para pagar a una niñera? Pues la solución para todos es pedirle a Isabel que se haga cargo de la peque. Y menos mal que acepta. Está encantada con su nieta. Son una familia afortunada porque los dos tienen trabajo, pero eso, en muchas ocasiones, es incompatible con cuidar de los niños.
Isabel cuenta que otra de sus hijas se planteaba cuando era joven ser madre, pero que al vivir fuera de Melilla y estar tan lejos de la familia, había cambiado de idea. No iba a traer niños al mundo. No desea que unos extraños cuiden de su bebé porque ella no puede dejar el trabajo para cuidarlo hasta que vaya al colegio.
Historias como la de estos melillenses son las que van a llenar los parques infantiles los próximos días. Abuelos, héroes anónimos que dedican su tiempo a sus hijos y nietos. Que a pesar de su edad y de sus achaques son el pilar que sustenta a las familias de la ciudad y sin los cuales, no se podría salir adelante en estos tiempos de crisis, en los que cada euro es necesario.

Un tiempo en exclusiva para mí

Isabel Martínez Escudero es una abuela de Melilla que le dedica todo el tiempo a su familia. Que si cuida de una nieta en vacaciones, que si hace la comida los días en los que sus hijos están hasta arriba de trabajo y no se pueden entretener en hacer esas cosas, que si echa una mano a uno de sus hijos en el negocio que ha emprendido de costura... Le encanta complacerles y por eso no le pesa nada que la mayor parte del tiempo ande liada con cosas que no son suyas.
Pero también ha encontrado un hueco en toda esta agenda de compromisos familiares para ella. Se apuntó a gimnasia hace unos meses en Aulas Culturales para Mayores. Primero porque tiene que dedicarse un tiempo para ella misma y segundo, porque le viene muy bien coger fuerza en los músculos para sus achaques.
Aunque este año, definitivamente no va a tener mucho tiempo para mimarse. Su hija pequeña se casa y se han empeñado en coser a mano todos los trajes de los familiares, incluída el de la novia. Vamos que entre unas cosas y otras, Isabel a penas va a poder disfrutar de las amigas y de esos ratitos de ocio que hace unos meses se podía permitir. Pero asegura que no pasa nada, pues primero están sus hijos y sus nietos antes que ella.

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