Un inspector jefe de la Policía Nacional de Melilla ha sido absueltos de los delitos de acoso laboral y acoso y abuso sexual. Así lo recoge una sentencia del 25 de mayo a la que ha tenido acceso El Faro
Consultado sobre los hechos el abogado Antonio Suárez-Valdés, quien en su día defendió a la comandante Zaida Cantera y que, en este caso, ha asumido la defensa del inspector jefe de Policía, absuelto del delito de acoso laboral y sexual y del delito continuado de abuso sexual de los que se le venía acusando, éste destaca la complejidad de defender este tipo de casos, en los que los hechos se producen en un entorno laboral y en el ámbito de la intimidad de dos personas. Según explica, estos temas requieren una alta especialización frente a lo complejas de las relaciones laborales generadas con los años.
La acusación particular, que denunció hace cuatro años, le pedía al inspector jefe tres años de cárcel por un delito continuado de abuso sexual y otros cinco meses de prisión por otro de acoso laboral, además de una indemnización de 50.000 euros. En cambio la Fiscalía solicitaba la absolución, coincidiendo con la defensa del agente.
Los hechos se remontan al 24 de julio de 2019 cuando una agente del Grupo de Información de la Policía Nacional de Melilla interpuso una denuncia contra un inspector jefe, que en ese momento era jefe de grupo, asegurando que entre 2015 y 2018 había sido acosada sexualmente por él, mediante tocamientos en sus pechos e incluso obligándole a colocar una mano sobre los genitales de éste.
La denunciante narra otras situaciones embarazosas como cuando el inspector jefe se abalanzó sobre ella y le propuso mantener relaciones sexuales o cuando la abrazó de manera no profesional por detrás de la silla donde estaba sentada.
Asimismo relata episodios que ella considera de acoso laboral como el hecho de no promoverla para cambiar de grupo de Policía Judicial, atribuyéndole turnos que le perjudicaban.
Sin embargo, no pudo probar ninguno de estos hechos denunciados y el acusado los niega. Además, aclara que él fue jefe de grupo entre 2012 y 2019, fecha en la que pide el cambio de grupo dedicado a la captación de información exterior relacionada con el yihadismo y destaca que siempre ha tenido una buena relación con ella. Asimismo aclara que trabajaban vestidos de paisano y estaban obligados a desarrollar una personalidad paralela, aprender árabe y acercarse a las mezquitas. Trabajaban en turnos de 10 días de viaje, 10 de descanso y 10 en Madrid.
A los viajes acudían dos personas que compartían pisos con dos o tres habitaciones, pero él se alojaba siempre en un hotel.
A lo largo de siete años el inspector jefe asegura que ha coincidido muchas veces con la denunciante, pero niega haberla acosado sexualmente o realizado tocamientos no consentidos o haber mantenido con ella ningún tipo de relación sentimental.
Además, explica que la relación se deterioró cuando ella quiso cambiar a la Policía Judicial a mediados de 2018 y creyó que era él quien le había denegado el cambio. En este sentido, añade que formalmente presentó una solicitud de cambio de destino el 18 de febrero de 2019 al jefe de sección y que, a partir de ese momento, empezó cierta conflictividad con la gente del grupo al que pertenecía. Además, insiste en que nadie quería viajar con ella "porque era conflictiva".
Él reconoce que en abril de 2016 acudió a la casa de la denunciante y que ella lo invitó a una barbacoa en la que solo estaban ellos dos, pero niega que hubiera habido en ese momento tocamiento de índole sexual o ningún tipo de proposición al respecto.
También rechaza haber agarrado o abrazado a la denunciante en la oficina tras la muerte de su madre y destaca que la denunciante tenía cambios bruscos de humor, contestaba y se ponía agresiva. En este sentido, niega haberle encomendado tareas absurdas como rellenar la nevera o perjudicarla en su carrera porque la propuso para una medalla de condecoración en 2014 y 2017.
Asimismo, él niega que haya mantenido conversaciones con ella, que la denunciante aportó como pruebas ya que era ella quien le proponía salir a tomar algo al salir del trabajo o se aproximaba a él y le invadía su espacio vital. Además, recalca, que normalmente le pedía que le guardara un sitio a su lado.
En definitiva, que ella lo amenazó después de no poderse cambiar de grupo y lo amenazó con denunciarlo como así hizo, primero en el ámbito policial y luego en el penal.
La versión de ella es distinta. Asegura que tras una operación policial en 2015, hablaron de temas personales de sus ex parejas y que una vez en el hotel, él le llevó la mano a sus genitales y le dijo, "mira cómo me tienes" después de haber tocado su pecho por debajo de su blusa. En esa ocasión, añade, él estaba ebrio. Al día siguiente la relación fue cordial.
En otra ocasión, en 2016, ella estaba de baja y él se acercó a su casa a buscar el justificante médico. Pero allí bebió y volvió a propasarse por lo que ella lo echó de su casa. En el portal, él le pidió perdón, pero al día siguiente no le habló.
En otra ocasión ella estaba sola en la oficina y él se pasó por allí pese a que su madre estaba gravemente enferma, al borde de la muerte. En ese momento, él la abrazó por detrás de la silla y ella asegura haberlo rechazado de forma agresiva.
Asimismo reconoce que los incidentes se dieron siempre que hubo alcohol de por medio y añade que él le dijo que podía ayudarla a cambiar a la Policía Judicial. De hecho ella pidió el nuevo destino en marzo de 2019, pero cuando se lo denegaron, lloró y él le dijo que eso era porque ella era una hija de puta porque era ella quien lo abrazaba y besaba.
En cualquier caso no hay testigos de los incidentes; en la oficina el acusado se centraba en su trabajo y sus compañeros le dan la espalda en cuanto denuncia.
Además, ella añade que ha estado en tratamiento psicológico y psiquiátrico por ansiedad y miedo yq ue no quiso darse de baja para no verse tan mal. Por eso no se pidió la baja hasta marzo de 2022.
Asimismo asegura que había intentado encauzar la relación porque admite que él es un buen jefe. En este punto incurre en contradicción al decir que le pareció que la sanción disciplinaria era excesiva, pese a que ahora reclama más de tres años de cárcel por lo penal para él.
Tres compañeros de trabajo, que testificaron en el juicio, la dejaron en mal lugar, retratándola como conflictiva hasta el punto de que en el grupo querían que los viajes fueran de tres personas y no de dos porque era difícil compartir espacios con ella. Además, dan fe de que ella decía que si lo mandaban a otro destino quería irse con él y que hizo comentarios sobre vender su piso por temor a la bajada de precio una vez que realojaran en ese lugar a personas de etnia gitana.
Al no poder contrastar la versión de la denunciante, que no aportó cuadrantes que demostraran que le asignaban los peores turnos, el tribunal absolvió al inspector jefe de todos los cargos que obraban en su contra. La sentencia admite recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…
En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…
De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…
Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…
Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…