Los bares de Madrid se han llenado de carteles del tipo: “#YoConAyuso”, “Ayuso somos todos” o “¡Gracias por cuidarnos!”. También de platos en honor a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, como las papas ‘a lo Ayuso’ o las pizzas ‘Madonna Ayuso’.
El motivo es simple, pero no trivial. Ayuso ha desoído todas las críticas de la prensa y de sus adversarios políticos y ha mantenido abiertos los locales de restauración y copas en Madrid. Esta política no sólo ha convertido la capital de España en un oasis del ocio y la gastronomía en mitad del desierto europeo azotado por la pandemia del coronavirus sino que también ha salvado 11.000 empleos en el sector.
Cuando por la tele salen imágenes de los jóvenes turistas franceses dándolo todo en las calles de Madrid, los españoles se dividen entre los que creen, por una parte, que es una irresponsabilidad dar rienda suelta a las fiestas sin mascarillas y transformar una ciudad cultural en centro neurálgico del turismo de borracheras.
Por otra parte están los hosteleros, sus familias, sus trabajadores y las familias de los camareros de todos los rincones de España, que desearían tener por presidenta a Isabel Díaz Ayuso.
Muchos españoles dueños de tascas y garitos, de restaurantes y cafeterías se preguntan, ¿dónde hay que firmar para llenar los bares de jóvenes franceses deseosos de comer y beber en cantidades industriales? Defienden que a grandes males, grandes remedios.
Pese a que soy partidaria de la prudencia, tengo que reconocer que el domingo escuché un argumento al alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, José Luis Martínez Almeida, que me hizo cambiar de parecer.
En una entrevista concedida al programa El Objetivo, de Ana Pastor, Almeida comparaba los datos de contagio de coronavirus de Madrid con los de una ciudad francesa (no recuerdo cuál) que había permanecido confinada durante los últimos meses de pandemia sin que por ello lograra registrar mejores resultados de control de la covid-19 que Madrid.
No vamos a ir tan lejos. Vamos a comparar a Melilla con Madrid. Ayer, la capital de España registró una incidencia acumulada de 123 nuevos positivos en los últimos 7 días y de 269, en las últimas dos semanas. Estos datos contrastan con los de nuestra ciudad, que también ayer tenía una IA de 179 en una semana y de 415 en los últimos 15 días.
O sea, estamos peor que Madrid pese a que nuestra hostelería lleva desde el otoño pasado a medio gas y con restricciones. Por tanto, el problema, nos guste o no, no son los cafetines ni las cafeterías, ni los restaurantes. Aquí el problema es otro y los rastreadores, si los seguimos teniendo, deberían saberlo mejor que nosotros.
Hay quien cree que el problema en Melilla son las celebraciones familiares. Los hay que culpan de los contagios a todos los que salen de la ciudad a pasar el fin de semana en la península. Incluso hay quien achaca el no parar de la Covid-19 al hacinamiento en el CETI y así, hasta el infinito.
Hay muchas teorías, pero seguimos sin certezas. Y esto nos recuerda que nunca es tarde para cambiar. Para conseguir resultados diferentes, hay que hacer cosas diferentes. Yo no sé si tenemos que copiar o no a Díaz Ayuso, pero sí creo que las medidas que se han tomado hasta ahora no han cumplido su objetivo.
Hay comunidades que no van a tener una cuarta ola de la pandemia o la tendrán muy suave, pero nosotros no estamos entre ellas. Ahora la solución a la vista es esa propuesta planteada por CpM de solicitar al Ministerio de Sanidad que envíe vacunas a mansalva para inmunizar a toda nuestra población por encima de Madrid o de cualquier otro territorio de nuestro país.
Entiendo que lo pedimos en nombre de la exclusividad que nos confiere el no tener las competencias sanitarias transferidas. Por pedir que no quede, pero ya lo hemos comentado en algún momento: va a ser que no.
¿O es que acaso el Gobierno debería sobreprotegernos porque no somos capaces de entender que en mitad de una pandemia no se comen paellas con los amigos ni se celebran bodas multitudinarias?
Tenemos un rosario de restricciones en esta ciudad, pero no tenemos resultados. Ayuso ha sido valiente (incluso temeraria) y casi con toda seguridad Madrid saldrá de la crisis mejor que nosotros. Bueno, mejor que nosotros, cualquiera. Nuestra situación es límite. Seguimos creyendo que esto es Soria o Barcelona. No señor. Esto es Melilla y por más que la delegada del Gobierno vea brotes verdes desde su ventana, va a ser que no.
Los empresarios de esta ciudad, con todo el buen juicio del mundo, han apelado, por fin, a Europa. Alguien tiene que parar la escalada de agresiones de Marruecos. No es cierto que Rabat sólo esté defendiendo su derecho a exportar e importar mercancías. Nos tiene asfixiados y alguien tiene que asumir esto como una verdad absoluta. No lo ha hecho el Gobierno de España. Alguien tiene que hacerlo.
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