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Aberchán en Israel, el último capítulo

Algun día, con la ayuda de Dios, Alá y Yahvé y la buena voluntad de cristianos, musulmanes y judíos la paz reinará en Oriente Próximo. Ése es el deseo de cualquier persona de buena voluntad. Ese día, los habitantes de aquellas tierras quizá echen la vista atrás para descubrir y dar las gracias a las personas que contribuyeron a hacer florecer la concordia. Muchas de ellas sólo habrán podido aportar un grano de arena. Es probable que cada una de estas pequeñas muestras de altruismo pase desapercibido para los historiadores, pero todas ellas en su conjunto habrán tenido una importancia determinante para hacer que la balanza se incline hacia el lado de las personas de buena voluntad.
Con total seguridad, la visita de Mustafa Aberchán a Israel no merecerá ningún reglón cuando se revise el camino que hayan recorrido esos cristianos, musulmanes y judíos para alcanzar la paz. Su presencia en esa tierra y sus acciones carecen de relevancia; al menos no servirán para inclinar el platillo de la balanza donde caen los granos de arena que ayudan a silenciar las armas y acabar con la violencia.
El líder de CpM ha protagonizado esta semana en Israel un capítulo similar a los que nos tiene acostumbrados en Melilla. En apariencia, había acudido con unos 40 acompañantes a visitar los proyectos que supuestamente financia su partido en la Franja de Gaza. Sin embargo, no llegó a traspasar el control de pasajeros porque declaró que tenía intención de manifestarse en Israel, según explicó ayer a El Faro el portavoz oficial de la Embajada de Israel en España. Le enviaron de vuelta a Turquía y desde allí a nuestro país.
Eso es lo que ha dado de sí el último capítulo de la actividad política de Aberchán. Pero el líder de CpM no ha dicho aún su última palabra. Ya ha advertido que está de regreso y que a su llegada a Melilla ofrecerá una rueda de prensa (a la que no convocará a El Faro) para dar su versión sobre estos hechos. Allí hablará de “trato vejatorio”, de sus “intensas negociaciones” con las autoridades israelíes, del incidente “muy grave” y de las “repercusiones diplomáticas” que éste va a tener. Contará la misma historia de siempre, pero esta vez en Oriente Próximo, para que el diario que considera amigo se haga eco de su aventura y difunda a los cuatro vientos las injusticias que dirá que ha sufrido. Todo ello lo aderezará con imágenes para intentar dar realismo a la historia de su supuesto cautiverio. Más de lo mismo, pero ahora con el agravante de que el escenario elegido para su aventura es uno de los lugares más complicados del planeta.
Mustafa Aberchán no es el mejor ejemplo para mostrar a los palestinos e israelíes la convivencia multicultural de la que se enorgullece Melilla, que podría servir para llevar la concordia a aquellas tierras. El líder de CpM es la prueba de que la paz es un objetivo que, una vez conseguido, hay que defender todos los días porque está condenada a vivir permanentemente acosada, en Oriente Próximo y en cualquier otro lugar del planeta.

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