A vueltas con la biblioteca

La viceconsejera de Cultura, Fadela Mohatar, volcada con el Festival de Cine que organizó la semana pasada en Melilla, sacó tiempo para explicar uno por uno los puntos que le criticamos desde esta columna sobre la biblioteca pública de Melilla que, en plena campaña electoral, va camino de convertirse en un quebradero de cabeza.

Según explica la viceconsejera, el cambio de horario del que nos quejamos se debió a un malentendido. Fadela Mohatar admite que entre el 22 y el 26 de abril se exhibió en la Biblioteca pública, la única de su tipo en Melilla, un cartel que advertía de que la apertura hasta las doce de la noche se suspendía los fines de semana.

Ese cartel, insiste, se cambió el viernes 26 de abril por otro que decía lo contrario: o sea, que se mantiene el horario prometido, de 9:30 horas a 00:00 horas.

Sin embargo, esa información no llegó a muchos de los interesados porque los propios ordenanzas de la biblioteca aseguran que los carteles colocados con el nuevo horario fueron arrancados.

Justo ayer hablé con una asidua de la biblioteca y me confirmaba que ella no tiene claro qué horario tiene los fines de semana, así que preguntó a una amiga y finalmente ésta confirmó que funciona en el horario continuo que dice Fadela Mohatar: de 9:30 a 00:00 horas.

Creo que la confusión podría subsanarse del todo colocando un nuevo cartel, con el horario oficial, para evitar que el malentendido no sólo persista sino que, además, estropee los planes de quienes por estas fechas renuncian a la playita y al buen tiempo para estudiar en la biblioteca de Melilla.

En cuanto a las taquillas, la viceconsejera de Cultura asegura que se revisan periódicamente y se arreglan cerraduras, pero aclara que escasean porque son utilizadas por todos los usuarios de la biblioteca, no sólo por los estudiantes que van a las salas de estudio.

Fadela Mohatar explica que existe una ordenanza municipal publicada en el Boletín Oficial de Melilla el 20 de febrero de 2007 que prohíbe subir a las salas de lectura con bolsos, mochilas, etc, para salvaguardar “el buen uso y la seguridad” de la biblioteca.

En cuanto al celo excesivo con que se prestan las llaves de las taquillas, pidiendo nombre y apellidos, DNI y número de teléfono, la viceconsejera aclara que se hace así porque es bastante común que los usuarios de la biblioteca se marchen a sus casas sin devolver las llaves de la taquilla y a más de uno ha habido que llamarlo para que la devuelva.

Mohatar no considera que se esté vulnerando la Ley de Protección de Datos porque esa información, insiste, no se difunde. Ella aclara que se hace así porque de esa forma lo establece el reglamento.

Aquí tengo mis dudas y creo que ese reglamento debería adaptarse a la Ley de Protección de Datos porque a mí me genera más interrogantes que certezas. ¿Cómo sé que se hace un uso adecuado de esos datos? ¿Por qué estoy obligada a difundir mi número de teléfono y mi DNI para estudiar en una biblioteca pública?

Por último, la viceconsejera nos comenta algo que no me extraña en absoluto: están teniendo problemas con adolescentes que frecuentan la biblioteca por el mal uso que dan a las instalaciones.

La situación ha llegado hasta el extremo que personal de la biblioteca ha reclamado a la Administración vigilantes por las tardes para mantener el orden.

En todo caso, Fadela Mohatar pide disculpas si algún trabajador ha podido incurrir en alguna actitud alejada de lo exigible al personal contratado en una biblioteca.

Sobre las quejas que recibimos de estudiantes que aseguran que son maltratados (verbalmente) si son pillados en el pasillo contestando un mensaje de voz, la viceconsejera nos ofrece la cara B de la historia: hay gente que utiliza esa zona para charlar, hablar por teléfono y hasta montar corrillos.

El personal de la biblioteca ha llegado a expulsar a usuarios a los que se les ha llamado la atención y persisten en su actitud que, todo hay que reconocerlo, molesta a quien necesita un oasis de silencio para estudiar.

Fadela Mohatar explica además que el corte de agua del miércoles pasado fue una cosa puntual y ha mostrado a este periódico su deseo de trabajar y esforzarse por mejorar el servicio que se presta.

La viceconsejera pide disculpas a los usuarios y deja claro que no es cierto que se haya cambiado el horario de la biblioteca: todo ha sido un malentendido.

Lo que parecía que era un tema menor, ha dado mucho de sí. Ojalá todos los políticos bajen a tierra a dar explicaciones a los lectores, que al fin y al cabo son los que luego depositan los votos en las urnas. Por lo que pueda pasar, seguiremos informando.

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