Una vez más apareció Marruecos en la vida política melillense. En esta ocasión no fue por una de sus acostumbradas salidas de tono sobre Melilla, aunque, en el fondo, tiene mucho que ver con ello.
Se trata de la aduana comercial, que Marruecos cerró unilateralmente en 2018 después de que llevara funcionando décadas y poco o nada se sabe hasta el momento de su posible reapertura.
El consejero de Hacienda, Daniel Conesa, aprovechó una de las interpelaciones de Coalición por Melilla en el pleno de ayer para atacar al Gobierno por su silencio ante uno de sus socios preferentes, que no parece tener ninguna intención de reabrirla pese a las diversas pruebas que se han realizado durante estos dos años, desde que volvió a abrirse la frontera.
Una frontera que, por otra parte, ya no es ni de lejos lo que un día llegó a ser.
Bien es cierto que han desaparecido esas horribles imágenes de los porteadores cargados con kilos y kilos de material, estampas que todo el mundo coincide en que no deben volver a repetirse.
Sin embargo, por el otro lado, además de perder fluidez la frontera, íntimamente relacionado con lo que es la aduana, el régimen de viajeros ha desaparecido desde España a Marruecos, si bien es cierto que sigue existiendo, con ciertas limitaciones, a la vuelta a casa. Pero, hacia allá, nada de nada.
Esto evidentemente perjudica a todos los melillenses. Para empezar, al ciudadano de a pie, que no puede cruzar con ningún producto aparte de su ropa y sus enseres personales.
Pero también perjudica a los empresarios locales, que, entre una cosa y otra, han visto disminuir sus ingresos considerablemente, ya que muchos procedían de esas compras que los marroquíes realizaban en Melilla y que ya no hacen por razones obvias. “Si me lo van a quitar en la frontera, mejor no compro nada”, deben de pensar, y no les falta razón.
Ayer, Conesa reprochó, durante su turno, al Gobierno central que, si tan buen socio suyo es Marruecos, no hubiera “levantado la voz para defender los intereses de España y de Melilla”.
Si lo ha hecho en privado, es algo que desconocemos, pero en público es notorio que el Gobierno central parece no querer molestar a Marruecos. Cabe pensar que el PIB de Melilla supone una cuota insignificante respecto al PIB de toda España como para enfadarse por ello con un vecino que, además, está encargado de vigilar quién entra en tu casa.
Quizás, sin embargo, se está perdiendo tiempo y sería conveniente pensar que nunca más Marruecos dará nada a Melilla y dirigir las miras al norte, a la península y al resto de Europa, como vienen pregonando insistentemente numerosos sectores, no los empresarios, curiosamente, pero sí algunos intelectuales, empezando por el Observatorio de Ceuta y Melilla, que lo repite sin cesar para quien quiera escuchar.
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