¿A qué juega Marruecos?

EL pasado 10 de junio representantes españoles se reunieron con Marruecos para abordar el cierre de la Aduana de Beni Enzar en agosto de 2018. En el encuentro no se avanzó nada pero Rabat no cierra la puerta a buscar una solución al conflicto que ha generado unilateralmente el país vecino.

Ésta es la tercera reunión que España y Marruecos organizan para abordar el tema de la Aduana y seguimos en punto muerto. Creo que no nos corresponde renunciar al diálogo siempre y cuando se nos respete. Mucho me temo que el reino alauí no tiene pensado dar marcha atrás en su decisión de cortar el comercio documentdo de mercancías con Melilla y nos está tomando el pelo. O eso parece.

En política, los gestos cuentan casi tanto o más que las palabras. Ver a Donald Trump señalándole a Pedro Sánchez su sillón durante el encuentro del G20 no es una ofensa personal. No nos equivoquemos. Es una ofensa a todo un país. Mucho me temo que el ‘peliteñido’ no se habría atrevido a hacerle lo mismo al príncipe saudí Mohamed Bin Salman aunque la ONU señala a éste como autor intelectual del crimen de Khashoggi en la embajada de Estambul.

En el mismo G20 en el que Trump despreció a Sánchez, dijo que el príncipe saudí es su amigo y alabó su “trabajo espectacular”. Que Trump se cartee con Kim Jong Un y le envíe elogios vía postal nos ayuda a hacernos una idea más o menos clara de los gustos del presidente de Estados Unidos.

Pero los españoles no podemos permitirnos ese gesto de Trump. Si tragamos con eso, con qué cara le decimos a Marruecos que nos respete. Porque aquí, de lo que hablamos es de respeto.

Macron tutea a Trump y le suelta en su cara, con su dulzura afrancesada, todo cuanto quiere. Tenemos (y me refiero a España) que levantar la vista del suelo y creernos que somos grandes para que nos traten como tal.

No podemos acudir a tres reuniones con Marruecos para intentar llegar a un acuerdo sobre el cierre unilateral de la Aduana de Melilla y salir de las tres con las manos vacías. Marruecos acude porque no quiere dinamitar los puentes. Su “sí, pero no” es una forma de no tomarnos en serio.

Ya basta de decir que el cierre de la Aduana de Melilla no ha hecho un hueco en nuestra economía porque no es así. Que un contenedor español vacío no pueda cruzar la frontera desde Nador a Melilla y lo obliguen a regresar a Almería para hacer todo el trayecto en barco hasta el puerto melillense no es un gesto de acritud hacia un empresario local. Es una bofetada a España al estilo de la que nos dieron cuando el año pasado mantuvieron varados en tierra de nadie durante días a varios camiones cargados con mercancías españolas y finalmente los obligaron a retroceder hacia Melilla.

¿A qué juega Marruecos? ¿Por qué le seguimos el juego? Tanto nos está apretando a los melillenses que un empresario de la ciudad me comentaba hace unos días que no sabe qué le estará contando el CNI a Madrid para que en Madrid estén tan tranquilos.

Desconfía de que la versión que los servicios de inteligencia españoles están transmitiendo al Gobierno se corresponda con la gravedad de la situación.

No hay que ser un visionario para entender que Marruecos va a más. Ahí está el despegue del puerto de Nador o lo mucho que ha avanzado el de Bouyafar mientras aquí hemos estado entreteniendo a la gente con planes de empleo de 6 meses.

Si la Aduana de Melilla está perdida, decidlo y asumid su coste político, pero no sigáis haciendo el ridículo tomando té con funcionarios marroquíes que ni pinchan ni cortan. Nos están tomando el pelo. Esto roza la humillación.

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