Categorías: Editorial

A pesar de todo, otro golpe de suerte

DE nuevo, lo que podía haber acabado en tragedia, quedó en un susto.

Si tras los dos terremotos del pasado mes de enero no hubo que lamentar afortunadamente víctimas mortales, ayer tuvo lugar en Melilla otro incidente, el derrumbe de un muro en la calle Carlos V, que ocasionó sólo daños materiales, a pesar de la aparatosidad de lo sucedido. Según las primeras consideraciones, el accidente de ayer fue consecuencia de los movimientos de tierra que se sintieron en la ciudad y que debieron afectar de algún modo a la estabilidad del muro que, además, no parece que estuviera debidamente levantado. Todo ello, sumado a las rachas de viento que azotaron ayer la ciudad, provocaron el derrumbe de parte del cerramiento provisional de un almacén de un concesionario de vehículos. Viento, que por cierto, derribó también la antena del Parque de Bomberos y a punto estuvo de dejarlo incomunicado. Justo en ese momento, cerca de la una del mediodía, no pasaba nadie por esa acera. Pero minutos antes sí habían transitado por ahí algunas personas que ofrecieron su testimonio a El Faro. Incluso el consejero de Medio Ambiente, Manuel Ángel Quevedo, había estado ahí un rato antes. De hecho, se personó de inmediato en el lugar. Al igual que la senadora Sofía Acedo, cuyo vehículo fue uno de los que resultó dañado por la caída de escombros. Al lado se encuentra una ludoteca, en cuyo interior, una treintena de niños con sus padres celebraban un cumpleaños. La fiesta estaba a punto de concluir. Una mujer se hallaba en el interior de su coche con su hijo cuando la pared se les cayó encima. Por fortuna los ladrillos no llegaron a alcanzarles, aunque ella sufrió un ataque de ansiedad. La narración de los hechos deja entrever qué podía haber sucedido. Sin embargo, otra vez, nada más que hubo que lamentar desperfectos materiales. Muchos de los testigos reconocieron que su primer pensamiento al oír el estruendo que produjo el derrumbre fue la de atribuirlo a un nuevo terremoto. Y es que en el colectivo melillense sigue bien presente todavía la conmoción que supuso, sobre todo, el terremoto del 25 de enero y las constantes réplicas que aún se siguen sucediendo. Ojalá que éste sea el último incidente relacionado con el seísmo y que los edificios deterioriados no corran riesgo de derribo hasta ser rehabilitados.

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