Pese a la que está cayendo, con la aprobación de una polémica reforma laboral a través de un decreto ley que incluso el Gobierno local califica de dura y contra la que los sindicatos ya han anunciado una manifestación generalizada en todo el país para el domingo 19, estamos en carnaval, y una fiesta es una fiesta.
El carácter del español es por lo general alegre y festivo, y Melilla, desde luego, no se queda a la zaga en este aspecto. Ya lo dice el refranero, ¡que, me quiten lo bailao!
Quizá no sea el carnaval al uso, como los conocidos de Tenerife o Cádiz, pero es el nuestro, autóctono, que además se ha presentado por primera vez en un escenario de categoría, en el nuevo teatro Kursaal. Durante dos días hemos celebrado un carnaval que ayer puso el punto y final con el entierro de la sardina.
Han sido dos jornadas de risas, buen humor, cantos, bailes y mucha imaginación, sin importar lo que ocurriera a nuestro alrededor. Pero tras la resaca de tanta fiesta ahora toca enfrentarse a la cruda realidad, que no es otra que una reforma laboral que cuenta con el rechazo de muchos y que casi la práctica totalidad coincide en señalar que no va a generar empleo. También hay voces que cuentan todo lo contrario. Esperemos que éstas, aunque no sean muchas, lleven la razón y pueda variarse esa línea ascendente de cada vez más parados que, aquí en Melilla, padecemos más sangrantemente.