Me cuentan usuarios de la Residencia de Mayores de Melilla que están fatal. A día de hoy no tienen médico y disponen de una sola fisioterapeuta para 98 personas que hay actualmente acogidas en esta institución pública que depende del Imserso, un organismo que a su vez es competencia de Unidas Podemos responsable del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
El caso es que en la residencia de Melilla echan de menos a Javier Calderón, el ex director en tiempos del PP, del que dicen que es "una bellísima persona" que llevaba la residencia "de maravillas".
En cambio, no les gusta ni Diego Cobos, el actual responsable, ni les enamora la comida del catering que les prepara la empresa Clece. No es comida de hospital, dicen, sino que les echa para atrás tanto brócoli y tantas espinacas. No es lo mismo educar en la importancia de comer verduras a un niño que a personas de 70 y 80 años.
"Antes estaba Eulen y ahora está Clece. El problema no es de Clece, es que a la gente mayor no le gustan las verduras, pero hay que comerlas", explica un residente que se queja, sobre todo, de la falta de personal en la residencia.
"Esto es un caos. Los que tenemos la cabeza todavía bien puesta sobre los hombros tenemos que subir en el ascensor a las señoras que van en silla de ruedas porque si no, tienen que esperar mucho tiempo".
A Diego Cobos no lo llaman por su nombre, sino por un alias que prefiero no reproducir. Los residentes que se quejan cuestionan su gestión de la residencia, especialmente después de que la Semana del Mayor pasara por delante de esta institución del Imserso sin hacer escala. Echan de menos lo de siempre: sus bailes, actuaciones y comidas en el Melilla Puerto. Este año, nada de nada.
Cobos se ganó más enemigos cuando no permitió que ningún familiar accediera al centro por la Fiesta de San Juan. "Dijo que era por el covid, pero si hay señoras que fueron al concierto de Raphael. No sé de qué va este hombre", insiste un usuario.
Ante esta lluvia de quejas, preguntamos a Diego Cobos qué pasa con la residencia que está día sí y día también en los medios de comunicación, convertida en escenario de manifestaciones sindicales y plataforma para amplificar las quejas de los residentes.
El director de la Residencia de Mayores de Melilla no ha esquivado ni una sola pregunta de El Faro. Sobre la Semana del Mayor explica que eso no se celebra en verano sino el 1 de octubre, cuando tiene previsto organizar actividades "como se ha hecho toda la vida".
Al parecer, la viceconsejera del Mayor, Fatima Kaddur (CpM), adelantó el año pasado y éste las celebraciones de la Semana del Mayor, pero dejó al margen a la residencia del Imserso, que como ya hemos dicho depende de Podemos.
El 1 de octubre, efectivamente, la ONU celebra el Día de las Personas Mayores. Para entonces está previsto que la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, visite la residencia durante la celebración de la Semana del Mayor y, como viene siendo habitual, se lea el manifiesto de la Naciones Unidas, como se ha hecho siempre hasta que lo cambió Kaddur.
Tampoco niega Diego Cobos que no hay ni un solo médico en la Residencia del Imserso de Melilla, aunque matiza que tienen el 061 al lado y que si hiciera falta un traslado urgente al hospital no habría que esperar por la ambulancia. Sería coser y cantar.
Para que se entienda, la Residencia de Mayores debería tener tres médicos: dos por la mañana y uno por las tardes, pero no hay ninguno. Una de esas plazas se ha ofertado hace ya medio año y no hay candidato en Melilla. Para cubrir la vacante de las tardes se ha lanzado la oferta a nivel nacional y no se ha presentado nadie.
Digamos que hay dinero para contratar, pero faltan candidatos. Para variar nadie quiere venir a Melilla y menos si es a trabajar en una Residencia de Mayores donde no hay ningún médico por lo que la sobrecarga de trabajo se presupone como el valor en los soldados.
El caso es que debería haber tres médicos y no hay ninguno y como dicen los usuarios de la Residencia que se han quejado a El Faro es cierto que falta mucho personal. Para ser exactos, debería haber 168 trabajadores (aparte de los contratos externos) y tienen 24 vacantes en una entidad que a día de hoy acoge a 98 residentes.
Los problemas vienen de la Reforma Laboral que impide hacer contratos de menos de 15 días y, por tanto, ya no pueden reforzar los fines de semana, como se venía haciendo para cubrir las libranzas de los trabajadores. Encima se han acabado los Planes de Empleo. Pintan bastos.
Diego Cobos no niega que falta personal y que los trabajadores que quedan en plantilla están trabajando mucho: por ellos y por los que faltan. Pero por la explicación que nos dio, aquí la única solución pasa por esperar a que el problema se resuelva solo. Si nadie quiere trabajar en la residencia, no hay nada que hacer excepto seguir quejándose de la mala calidad del servicio.
Por supuesto, el director de la Residencia de Mayores matiza la situación de estrés laboral apelando a que la residencia no está al 100% de su capacidad ya que tiene ocupadas 98 de 160 plazas disponibles. Con estos truenos difícilmente alguien quiera meter ahí a un familiar, en esas condiciones.
Cobos también halaga al personal que hace un sobreesfuerzo diario para mejorar la vida de los usuarios de la residencia, pero avisa a navegantes: les queda por delante un año malo. Eso sí, el servicio se está prestando a diario. ¿Que puede se mejor? No lo niega. Es más, está convencido de que es mejorable, pero también defiende que tampoco está tan mal como se dice porque doblan la ratio de lo que se pide a las residencias privadas.
Conclusión, hay que tener paciencia porque tenemos 7.000 parados en Melilla pero no hay médicos desempleados para cubrir las tres plazas vacantes de la Residencia de Mayores. Tampoco se va a cubrir la plaza de la fisioterapeuta que se va de vacaciones ni se puede luchar contra el covid que mantiene en jaque a la plantilla semana sí y semana también.
Duele escucharlo y debe ser más duro leerlo, pero me temo que nuestros mayores no son la prioridad de los políticos. Los metemos en las residencias con Alzheimer y no son ellos los que pierden la memoria. La perdemos los hijos. Han trabajado toda la vida para disfrutar en su jubilación de servicios públicos de calidad y se encuentran con este panorama. Una vergüenza.
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