La inflación ha crecido en Melilla un 9% en el último año. Es un aumento muy por encima de la media nacional, que se ha quedado en mayo en el 8,7%. Aprovechando el contexto, la Policía Local y los agentes de Movilidad llevan un tiempo sableando a las clases medias. Han tenido tres años para hacer pedagogía, pero, por lo visto, desde Seguridad Ciudadana entienden que éste es el mejor momento para apretar el bolsillo de los contribuyentes. Si no se han ahogado antes, que se ahoguen ahora.
Es cierto que hay que hacer algo con el incivismo, pero después de décadas de inacción, aprovechar una crisis económica sin punto de comparación en los últimos treinta años para incrementar las multas no parece la mejor decisión.
Una cosa es que usted vaya sin la ITV o sin carnet de conducir y otra muy distinta es que pare frente al colegio de su hijo pequeño para que le multen con 80 euros por ello. Eso no pasa en ninguna zona escolar de España.
En esas estamos en Melilla. Y si uno lo mira con perspectiva, puede entenderlo. ¿Quién lleva Seguridad Ciudadana? El presidente Eduardo de Castro que, como todos sabemos, tiene los días contados en política. Para lo que le queda en el convento... ya sabemos cómo sigue el refrán.
De enero a mayo de este año, la Policía Local de Melilla ha multado a cerca de 1.300 personas por sobrepasar los límites de velocidad permitidos en una ciudad donde la mayoría de sus calles exigen conducir a entre 30 y 40 kilómetros por hora. No nos dicen a cuántos han multado por no llevar la ITV ni por parar frente a los colegios. Pero seguramente las cifras son escalofriantes.
¿Está mal que se haga? No. Las leyes están para cumplirlas, pero desde luego llama la atención que el cambio de una ciudad que prácticamente ha vivido sin ley debería ser gradual, como la reapertura de la frontera.
Entiendo que el descenso en los ingresos por IPSI hay que compensarlos de alguna manera, pero la severidad con que se está aplicando la normativa no se ve ni en la Gran Vía de Madrid.
En tiempos de crisis, las clases medias esperan apoyo de los poderes públicos y todo lo que reciben son restricciones. No paramos de ver anuncios de ayudas para las personas en riesgo de exclusión y eso está muy bien, pero todo eso no se puede hacer a costa de machacar a quienes pagan impuestos.
Una cosa es que la doble fila ahogue el tráfico en las zonas de los colegios y otra muy distinta es que se habilite una zona de parada para dejar a niños pequeños que no pueden andar 20 minutos hasta su centro escolar y que, por tanto, hay que llevarlos en coche porque no estamos suficientemente locos en Melilla como para arriesgarnos a coger una bici y que nos aplasten, con peque incluido, en cualquier esquina.
Estoy de acuerdo en que en Melilla hacía falta poner freno a la velocidad en las calles y la instalación de radares en zonas como la carretera Alfonso XIII o Cabrerizas ha venido a ayudar a controlar los excesos, pero eso es una cosa y el acoso a los padres en los entre 5 y 10 minutos de entrada a los colegios es otra muy distinta.
En el último año los melillenses nos hemos empobrecido más que cualquier otro español. La frontera ha abierto, pero seguimos siendo igual de pobres. Lo único que ha cambiado es que en las primeras semanas nos hemos podido permitir el lujo de comer pescado fresco. Ahora sabemos, porque así lo ha anunciado la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, que en apenas tres semanas han entrado unos 5.000 kilos sin garantías sanitarias. O sea, estamos vivos de milagro. Y el milagro ha querido que no haya habido ni una sola intoxicación en la ciudad.
En ese contexto, Tráfico nos informa de que a partir de esta semana habrá controles a los camiones. No se trata de una campaña exclusiva para Melilla ya que entra en el marco de la Operación Truck and Bus que se está desarrollando en toda Europa. Esto ya ha venido a cerrar con broche de oro (del que cagó el mono) un 'annus horribilis' para los bolsillos de los trabajadores españoles y especialmente para los melillenses.
Eso pasa ahora que da miedo acercarse a una gasolinera o ir a comprar una botella de butano porque los precios siguen subiendo y no hay política pública capaz de parar el desenfreno.
Sigan machacando a las clases medias y se encontrarán con una clase media que les dará la espalda. Sólo nos necesitan a la hora de rescatar bancos que luego nos sablean a comisiones y autopistas que no podemos permitirnos. Pero a la clase media no la rescata nadie. No hemos visto rebajas de impuestos en la ciudad y mucho menos en España.
Las elecciones andaluzas son el primer test serio para el Gobierno de España. Estamos a un año exacto de las municipales y los ciudadanos contamos los días para que llegue el juicio final. Vamos a mandar al paro a todo el que se ha aprovechado de un cargo público para aplastar a las clases medias. Nosotros sostenemos el país y merecemos, como mínimo, algo de consideración.
Hay que acabar con el incivismo en Melilla, pero en un momento económico tan difícil, bombardear a multas a los conductores es una muestra de la distancia que hay entre los poderes públicos y los ciudadanos. Melilla ha elegido el peor momento para hacer pedagogía, arremetiendo contra el bolsillo de los trabajadores. Por eso más de uno ya no puede salir a la calle en Melilla y sentarse en una terraza sin que sienta el vacío que merece.
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