Los melillenses se animaron a ver la cabalgata a pesar del frío y de las nubes negras. Hubo tres carrozas y pasacalles algo picantes protagonizadas por angelitos y demonias.
Ni el viento ni el frío ni el cielo lleno de nubes negras impidieron que el Carnaval saliera a las calles del centro. A pesar del mal tiempo, las 600 personas que desfilaron por Melilla consiguieron atraer la atención de centenares de melillenses que, enfundados en abrigos y fulares, disfrutaron de una de las cabalgatas más animadas de los últimos años. Nueve carrozas y 19 pasacalles dieron el calor suficiente al público que, poco a poco, fue llenando el centro de la ciudad.
Es cierto que ayer había menos melillenses esperando en la avenida Juan Carlos I que en la cabalgata de los Reyes Magos, pero el tiempo no acompañaba y muchos ciudadanos se quedaron en casa pensando que se suspendería la actividad organizada por Festejos. Así, corrían mil rumores por las redes sociales de que la cabalgata no saldría con el temporal. Sin embargo, los músicos, bailarines y personajes de los pasacalles desafiaron al viento y consiguieron ‘disfrazar’ a Melilla durante unas horas.
El punto picante lo pusieron tres carrozas y pasacalles. Los angelitos y las demonias mostraban sus encantos y sólo cubiertos por unas pocas de plumas y purpurina bailaron sin cesar durante el recorrido. También los romanos de uno de los espectáculos desfilaron ligeritos de ropa y provocando sofocos entre el público femenino.
Payasos, chinos, soldados, indios, mujeres y hombres vestidos de época, criaturas raras trajeadas con elementos de la naturaleza, zancos y un grupo de ‘Bolliwood’ fueron algunas de las actuaciones que pasearon por Melilla.
La mayor parte de los participantes son de la ciudad, como los alumnos de la Escuela de Danza y Música, los miembros de la Escuela de Salsa o las deportistas de Gimnasia Rítmica. También en esta ocasión participó el grupo Mirrolde Teatro con una escenificación de un circo repleto de fieras.
Cerrarron la comitiva unas sardinas en espeto que fueron quemadas en la plaza de España. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, fue el encargado de encender la hoguera.