Unos 600 mayores participan en la comida de San Valentín que organizó ayer la Ciudad.
El día de San Valentín es mucho más que regalos en cajas con formas de corazón y ramos de rosas rojas. El Día de los Enamorados es la fecha en la que Melilla se suma a la celebración del amor con mayúsculas, es decir, el que une a dos personas durante toda su vida. La Viceconsejería del Mayor organizó ayer en el V Pino un homenaje a las parejas que llevan más de 40 años de matrimonio. Unas 600 personas disfrutaron de una comida con música en directo. Aunque los protagonistas del evento fueron Conchita Arenas y Vicente Rincón. Esta pareja lleva 60 años compartiendo las 24 horas del día. Ayer estaban abrumados por tantas atenciones. Son gente sencilla y no están acostumbrados a que la gente les haga fotos y mucho menos, a que les graben bailando.
La viceconsejera del Mayor, Carmina San Martín, la consejera de Bienestar Social y Sanidad, María Antonia Garbín, y la directora territorial del Imserso, Isabel Quesada, fueron las encargadas de entregar al matrimonio una placa en la que se les felicita por tantos años de convivencia y unos broches con el lema de la celebración ‘Por los años compartidos’. San Martín destacó que la comida por el Día de los Enamorados es de las fiestas más “entrañables” que se organizan por parte de la Ciudad porque le da protagonismo a los mayores. Afirmó que todas las parejas que participan en esta celebración son un ejemplo para los ciudadanos, pues han conseguido mantener vivo su amor a lo largo de los años. Señaló que los mayores han vivido juntos experiencias buenas y malas y resaltó que a pesar de las dificultades por las que atravesaron estos matrimonios, permanecen unidos hoy en día.
De los homenajeados, San Martín destacó que son unos ciudadanos ejemplares que se dedican a cuidar de su familila, tanto de sus tres hijos como de los nietos y los dos biznietos que ya tienen.
La historia de Conchista y Vicente es como la de muchos matrimonios de su época. Se conocieron de muy jóvenes y acabaron casándose nada más llegar a los 20 años. Su boda fue en abril de 1954. Como no tenían mucho dinero, sólo pudieron invitar a los vecinos y familiares a unos bocadillos y unos refrescos en el patio de la casa de la madre de Vicente. No tuvieron viaje de novios. La noche de bodas la pasaron en el autobús de ‘La Valenciana’ de camino a Tetuán. Allí era donde estaba el trabajo de Vicente. Tardaron varios años en volver a Melilla, pero consiguieron regresar a su tierra para el nacimiento de su tercer hijo.