El test psicológico de ambos no encaja en los perfiles de agresor y víctima, según la psicóloga, y el forense afirma que las lesiones que ella denuncia pueden deberse a su dolencia.
El Juzgado de lo Penal 1 de Melilla celebró ayer un largo juicio por amenazas, vejaciones y maltrato habitual entre dos jóvenes. El agresor negó haber maltratado a su pareja ocasional, de la que afirmó que nunca estuvo enamorado. Y ella describió ante la juez todo un cuadro de agresiones que supuestamente sufrió durante un año aproximadamente. Las declaraciones de los testigos no fueron tan clarificadoras como la comparecencia del médico forense, quien afirmó no haber encontrado lesiones “antiguas ni recientes” y que las cicatrices que tenía en los brazos podrían deberse a una enfermedad rara que padece. Además, la psicóloga que evaluó el perfil de acusado y víctima aseguró que ninguno de ellos cumple el perfil de agresor y mujer maltratada. No obstante, apuntó a que el acusado, un joven que regentaba hace años una cafetería, tiene una personalidad compulsiva y agresiva, mientras que de la denunciante aseguró que se trata de una persona “muy influenciable”, con gran dependencia emocional y con tendencia a “magnificar” las cosas. El caso quedó visto para sentencia.
El joven denunciado fue el primero en declarar ante la juez. Aseguró que mantuvo una relación sentimental ocasional con la víctima durante unos meses y que la acogió en su domicilio familiar porque “no tenía donde quedarse a dormir”. Decidió terminar la relación para evitar “responsabilidades” personales y laborales, al “notar” que la joven parecía padecer algún tipo de enfermedad. Los hechos sucedieron hace dos años y por aquella época el acusado tenía una cafetería, donde la víctima acudía a “trabajar”.
El acusado negó haber amenazado, vejado y agredido a la joven de 21 años, quien aseguró en su comparecencia ante la juez que en varias ocasiones le había apagado cigarrillos en los brazos y tobillos, le había dado patadas en las espinillas y golpes en la cabeza.
Sin contacto familiar
La víctima aseguró que “cualquier cosa” podía enfadar a su agresor, a pesar de que ella, conociendo su carácter “le daba la razón en todo para evitar que se enfadara”. Afirmó que durante los meses que estuvieron conviviendo le prohibía salir a la calle e incluso contactar con su familia.
Otro de los testigos, menor de edad amigo de la víctima, fue el que le ayudó a salir de esta situación, según relató. Acompañado de su padre, este testigo afirmó haber visto en varias ocasiones en la cafetería donde trabajaba la joven cómo el acusado le propinaba “patones y capones en la cabeza”. Un día ella le pidió que avisara a su madre, quien ya había sospechado que a su hija “le pasaba algo”. Fueron al domicilio del acusado y “rescató” a su hija.
La madre de la denunciante declaró que tras volver al domicilio familiar las secuelas psicológicas y psíquicas han agravado su enfermedad, para la que necesita tratamiento. Además, el padrastro de la joven afirmó que era una adolescente “normal” hasta que empezó la relación con el acusado. Después, dijo haber visto quemaduras y golpes en los brazos de su hijastra.
Dos clientas ocasionales del negocio del acusado declararon a favor suyo. La primera de ellas afirmó que nunca vio ninguna pelea o enfrentamiento en el local entre denunciante y denunciado. Por otra parte, la vecina del acusado dijo que nunca ha escuchado discusión o insultos en la vivienda.
El médico forense explicó que las lesiones que denunció la joven como quemaduras por cigarrillo, podrían ser ocasionadas por la enfermedad rara que padece, en una manifestación de la misma a través de una alteración de la pigmentación de la piel. “No vi cicatrices compatibles con quemaduras ni lesiones antiguas o recientes”, concluyó.
Sin perfil de maltratador y de mujer maltratada
La psicóloga que hizo el informe de ambos afirmó que no había encontrado indicios de falsedad en el testimonio de la joven, si bien, dado el perfil psicológico, ésta tiende a “magnificar” las cosas. Aseguró que es una persona “muy dependiente” emocionalmente, “muy manipulable”, pero que no cumple un perfil de mujer maltratada. Del acusado, la psicóloga explicó que durante la entrevista que mantuvo con él, se mostró en ocasiones “agresivo”. Dijo del joven que tiene una personalidad “compulsiva, con cuadros de ansiedad en situaciones que no controla, con baja tolerancia a la frustración y rasgos histriónicos para llamar la atención”.