Carmina San Martín contó ayer algunas de las anécdotas de los viajes organizados este año por la Ciudad.
La viceconsejera del Mayor, Carmina San Martín, presentó ayer los datos sobre el grado de satisfacción de los melillenses que han participado este año en los viajes de ocio de la Ciudad. La conclusión, un año más, es la gran satisfacción de los usuarios. Más del 95% de los viajeros aseguró en las encuestas que estaba muy contento con la comida, las azafatas, los hoteles o las excursiones. Sin embargo, no todo es alegría en estos viajes de la tercera edad. Los ‘malos comportamientos’ de algunos de los ancianos, que por la actitud parecen más bien adolescentes, han provocado más de un quebradero de cabeza a los organizadores y a la propia viceconsejera. El castigo para los ‘rebeldes’ del grupo será quedarse en tierra el próximo año.
Las bragas perdidas de una señora, un matrimonio ‘demasiado amante’ del vino o un grupo de ‘boicoteadores’ de excursiones son algunas de las anécdotas de los viajes de esta edición. Ya lo dice la sabiduría popular, los mayores muchas veces se vuelven como niños.
Entre la broma y la incredulidad San Martín contó ayer a la prensa el caso de una viajera que 'montó en cólera' al pensar que su compañera de habitación o alguno de los empleados del hotel se había apropiado de su ropa interior. Los monitores tuvieron que inspeccionar minuciosamente la habitación para comprobar, finalmente, que las bragas de la señora se habían caído detrás de uno de los cajones del armario. La mujer al ver que estaban intactas, se tranquilizó.
En otro de los turnos de viaje la anécdota estuvo en el comedor. A la hora de la cena, en una mesa en la que se sentaban dos matrimonios, uno de los cuales no tomaba alcohol, los camareros no salían de su asombro al comprobar que noche tras noche la pareja pedía tres botellas de vino. Eso sí, no las consumían todas en la comida. Al menos una la subían a la habitación, tal vez para continuar allí con la diversión.
Menos simpático le pareció a la viceconsejera un matrimonio musulmán que durante otro de los viajes se encargó de convencer al resto de viajeros de su religión de que acudir a la cena de gala o ir a la excursión del Parque de las Ciencias era pecado. Unos por convicción y otros por la influencia de esta pareja, fueron muchos los que se perdieron esta parte del viaje, según la viceconsejera.
Los nombres de estos y otros beneficiarios de los viajes que no se han comportado de forma adecuada entran ahora en la lista de los que el próximo año se quedarán sin excursión.
Al que no han logrado identificar, porque las encuestas son anónimas, es al único viajero que un año más ha decidido que no le ha gustado nada. Ni el destino, ni el hotel, ni las azafatas, ni la comida, ni los compañeros. En todas las preguntas de la encuesta hay una única persona cuya respuesta a todo es “muy mal”.
Está claro que el amor no es lo único que no tiene edad. De hecho, seguro que hay muchos adolescentes a los que algunas de las ideas de estos ‘abuelos’ les parecerán un ejemplo a seguir en sus próximas excursiones.
En general, eso sí, San Martín se mostró “muy contenta”, porque la mayoría de los mayores ha disfrutado del viaje. En cuanto a las anécdotas, puestos a ver el vaso medio lleno, servirán de batallitas que contar a los nietos.